Llevaba una racha positiva de ligues, sĂłlo quedaba con chicos guapos. Porque podĂa permitĂrmelo. Porque de los 50 al dĂa que me hablaban en cualquier app de estas de ligoteo, elegĂa al "mejor". Y ya puestos, ademĂĄs de guapo, empecĂ© a poner otros filtros. Filtros muy superficiales. Que tuviera un buen trabajo, estudios, dinero, buen barrio... todas esas cosas que a mi me gustarĂa tener y no tengo. Cosas materiales. Esto me lo enseñó una compañera de piso que tuve hace años, que decĂa que si se tenĂa que enamorar de alguien, serĂa por sus cualidades como persona, pero si ademĂĄs de esas cualidades geniales tenĂa dinero, lo harĂa todo mas perfecto. TeorĂa interesante... porque hace de lo material un plus a lo "espiritual". Pero con el tiempo, he visto que esa teorĂa no es aplicable a mi persona. El dinero, la clase y esas chorradas, a veces no sĂłlo son un plus, a veces influyen tanto sobre la persona que lo tiene... que los contamina.
Ăste era un chico excesivamente contaminado por el capitalismo. Era un maleducado, de esas personas que dan verguenza ajena. Y eso lo vi desde el minuto uno. AĂșn no entiendo en que estarĂa pensando para seguir adelante con esta historia. Bueno sĂ, es muy guapo, muy perfecto. Rubio, ojos azules, alto, cuerpazo, estilazo, bronceadito. Todo eso en las fotos. En persona era aĂșn mĂĄs, mĂĄs de todo. HabĂamos quedado en el Timbalet, mi bar de las citas "de tarde". De las citas de tantear el terreno porque probablemente ese dĂa no va a pasar, pero que por si acaso queda a 4 calles de casa por si la cosa se alarga. Pero ese dĂa dejĂ© todo el piso desordenado, para obligarme a no subirlo. Llegaba tarde y salĂ corriendo. Y cuando me sentĂ© en la terraza del bar, me di cuenta de que me habĂa olvidado el mĂłvil.