El pez que se muerde la boca
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Home Archive for 2017
Amigos, vengo de comer en Mc Donalds. Es 27 de diciembre. Oh, sĂ­, aĂșn me quedaba hueco para una hamburguesa con sus patatas y su ketchup correspondientes. ¿Que cĂłmo lo hago? Sencillo: he comido tanto estas Navidades que mi estĂłmago ha dado de sĂ­. Ahora mismo estoy pensando en merendar el brownie con dulce de leche que me ha dejado mi hermana en la nevera. Y esto no acaba aquĂ­, porque cuando crees que ha pasado la Navidad, viene fin de año, y cuando te estĂĄs recuperando de la resaca, zazca: los reyes. 

No me faltan motivos para convertirme en ayudante de Grinch, pero no me preguntĂ©is por quĂ© cada año acabo calzĂĄndome los cuernos de reno con cascabeles (aquĂ­ a una muy digna le importa un pimiento que los cuernos puedan representar infidelidades) y esperando ilusionada que se hagan las 12 para abrir mis regalos, que no son ninguna sorpresa porque ya me encargo yo de hacer saber a mis seres queridos lo bien que me vendrĂ­an esas mallas para yoga o esa botella con forma de pez. 


Crearse un perfil en una app de ligoteo es relativamente sencillo, sobre todo en Badoo, donde ya te dan sugerencias para que vayas rellenando campos con la info que te apetezca dar y que otras personas puedan considerar de interĂ©s a la hora de darnos un like. Luego viene la fase de selecciĂłn, que tambiĂ©n es fĂĄcil porque uno suele tener bastante claras sus preferencias y con un  buen filtro tienes un abanico de posibles churris de lo mĂĄs variado. Prometo daros mĂĄs detalles sobre cĂłmo crear un perfil atractivo y aplicar un filtro que no falle, ¡para los prĂłximos posts!

Una vez has seleccionado algunos perfiles que te llaman la atenciĂłn es cuando viene la parte difĂ­cil. Si no puedes aguantar la ansiedad y tienes miedo a que se te adelante alguien a robarte ese buenorro que acabas de ver, en Badoo puedes hablar directamente con quien te guste y cruzar los dedos para que te responda. Pero donde seguro que tendrĂĄs garantĂ­as de respuesta es en la misma app con tus matchs. ¿A estas alturas no sabes lo que es un match? TĂș le has dado al corazoncito del like y la otra persona tambiĂ©n, señal de que a hay algo mutuo "a primera vista". Ya tienes algo ganado, ahora tienes que entablar una conversaciĂłn.



Te dicen tantra y piensas en seres superiores que pueden follar durante 8 horas seguidas sin cansarse, sin correrse, o corriĂ©ndose muchas veces, o incluso corriĂ©ndose para adentro. Parejas folladoras que prĂĄcticamente podrĂ­an levitar con su energĂ­a sexual. Piensas en ese que va de gurĂș del sexo y te dice "ven cariño, que te voy a dar tantra". Y claro, tĂș tambiĂ©n quieres.



Yo creo que fue el año pasado cuando hice match por primera vez con Teo. Por algĂșn motivo que no conseguĂ­a recordar, lo perdĂ­ de mis matchs, quizĂĄs en algĂșn arrebato de dejar las apps por apostar por alguien. El caso es que como limito mucho los kilĂłmetros, voy quedando con casi todos mis vecinos y los usuarios de mi barrio, que no es muy grande. Debe ser por eso que, al final, se me repiten los matchs. TambiĂ©n serĂĄ porque sigo teniendo los mismos gustos que hace un año.

La primera conversación fue divertida. Hablamos de desayunar, de lo que me flipan los croissants con jamón y queso y el Nesquik y de que si me lo traía a la cama hasta podría casarme con él. Obviamente lo de casarme era mentira, con una vez ya tuve bastante.


Una piensa en home sweet home y enseguida se le viene a la mente el salĂłn con esa alfombra peludita, la chimenea con su fuego a punto para el invierno, el olor a pollo asado viniendo de esa cocina reluciente y ordenada, una cama enorme llena de cojines bien acomodados y un vestidor como el del anuncio de Heineken. 

Mi home sweet home no se parece mucho a esa imagen, pero es un pisito muy cuqui en el que estoy muy a gusto, por primera vez con esa sensaciĂłn de tener mi hogar. Pero... el viernes recibĂ­ un burofax con mucho cariño y con un "tiene hasta el 10 de diciembre para desalojar el piso". 

Este blog no tendrĂ­a sentido alguno si tuviera una relaciĂłn bonita, sana y feliz. Estamos aquĂ­ porque sigo soltera, dando trompicones entre citas desastrosas y tĂ­os curiosos. Pero no estamos tan mal despuĂ©s de todo, tengo muchas historias graciosas que contar y si no nos reĂ­mos de nuestros fiascos... ¿QuĂ© nos queda? Hoy os traigo la cuarta entrega de "Pequeños fiascos". Esta vez, citas nefastas acabadas en si te he visto, no me acuerdo. 


El cromo repetido

AlgĂșn dĂ­a escribirĂ© sobre Álvaro, cuando tenga valor. Por poneros en situaciĂłn, es un chico al que le tengo mucho cariño, pero en algĂșn momento le tuve mĂĄs del habitual, pero Ă©l me dijo que querĂ­a verse con otras personas —lo que viene siendo tambiĂ©n habitual—. Por despecho, quedĂ© con Pablo —mierda, esto tambiĂ©n es habitual—.

Bueno, resulta que Pablo era una mala copia de Álvaro. Los dos yogurines de 27 añitos. Los dos abogados. Los dos bajitos y monos. De esos yogurines pequeñajos y chulos que me molan. Pero me pareció que tener dos cromos iguales no sirve para nada, que el repetido había que cambiarlo. Así que bebí la cerveza de dos tragos, le dije que estaba cansada, pagué ambas cervezas y me levanté. Me preguntó si quería cenar esa semana. Le dije que no. Tuve una mini cita de 20 minutos con un mini hombrecito que no me arrancó ni una mini sonrisa.

Si al menos fueran como Harvey...


El recuperado

Alberto era guapo y gracioso. Quedamos en un japo que conocía él y debo decir que ya es uno de mis japos de referencia, aunque ahora cuando voy tengo miedo de encontrårmelo. Alberto tenía una cervecería con unos colegas, me parecía lo mås guay del mundo. Ademås, como era suya, trabajaba pocas horas. Lo que pasa, que el resto de horas no tenía hobbies. Me imaginé que como hobby le debía gustar fumar porros, porque era algo lento y empanado.

Quise darle una oportunidad, pensĂ© que quizĂĄs estaba cansado y que con un par de copas despuĂ©s de la cena se le quitarĂ­a la empanada mental que llevaba. Entramos en un bar en Gracia y pedĂ­ dos cañas, pero Ă©l me corrigiĂł y pidiĂł una coca-cola. Se acercĂł un chico a saludarlo y, cosa muy rara hoy en dĂ­a, Alberto me presentĂł. 

—TĂ­o, me alegra verte tan bien, en serio, que cambio
(Sofi flipa)
—SĂ­, sĂ­, ya me estoy recuperando—, dice Alberto
(¿De un accidente? ¿Enfermedad? A ver si me va a pegar algo...)
—AdemĂĄs, ya era hora de que te echaras una novia en condiciones. Ya veo que estar con Sofi te estĂĄ ayudando mucho
(¿Novia? ¿Ayudando a quĂ©? WTF)

Bueno, el chico habĂ­a tenido problemas muy serios de drogas. La empanada que llevaba era su estado natural, al parecer se habĂ­a quedado con pocas neuronas tras rehabilitarse. LlĂĄmame cruel, pero no he vuelto a quedar con Ă©l. 

Bien por ti, chaval! 


El solidario

Las personas pobres no tenemos cosas materiales ni dinero para donar, pero tenemos tiempo. AsĂ­ que cuando se da la oportunidad me apunto a alguna cosilla solidaria, como era el caso del Vermut Solidario, un evento con fines benĂ©ficos muy molĂłn. Debe ser cosa del buen karma (o del vermut), pero aquel dĂ­a, mientras ponĂ­a vermuts, hacĂ­a tattoos temporales y vendĂ­a tickets, liguĂ© con dos chicas y dos chicos. Estaba en racha. 

Me fijĂ© especialmente en Pablo, otro yogurin, rubito y guapete. Cuando acabĂł mi turno de trabajo, Noe y yo nos quedamos de fiesta y tras tontear un buen rato, conseguĂ­ que Pablo apuntara mi telĂ©fono. Me escribiĂł a los tres dĂ­as y me dijo de ir a cenar el fin de semana. Lo cierto es que el alcohol me envalentonĂł, pero cuando por whatsapp me dijo que tenĂ­a 25 años, me dio un poquito de pereza. Una cosa es liarte con un chiquillo una noche loca y otra es tener una cita en sobriedad, con todas las arrugas y la vejez sobre la mesa. Pero me liĂ© la manta a la cabeza y fui con Ă©l a cenar bocadillos (debo agradecer que al menos no fuera Mc Donalds). 

La conversación era rarita. Me daba la impresión de que intentaba parecer mayor contåndome las cosas mås aburridas de su vida. Hasta que me contó LA anécdota que me lo confirmó.

—¿TĂș crees que la edad es un problema?—, me preguntĂł
—¡Que va!—, mentĂ­. «Para esta noche ningĂșn problema, un par de cubatas y te enseño cosas de mayores», pensĂ©. 
—Menos mal, porque yo estoy acostumbrado a las tĂ­as mayores. Una vez, me liĂ© con la recepcionista de la empresa del piso de abajo de la mĂ­a, que tiene 50 años. Me invitĂł a cenar a un restaurante carĂ­simo, pagĂł ella y luego fuimos a la casa. Follamos y luego me pidiĂł que me fuera, creo que era porque iba muy borracho. 

TENGO 32 AÑOS, NIÑATO SUBNORMAL. ¿Me estaba comparando con una de cincuenta?



Lo curioso es que me lo he vuelto a encontrar este sĂĄbado, en la Ășltima ediciĂłn del Vermut Solidario. Nos sentamos juntos en el bus que subĂ­a a Montjuic. Me dijo que me sentaba bien el rubio. Yo le dije que le quedaban bien los dientes sin brackets. Luego los invitĂ© a Ă©l y a su ligue jovencĂ­sima a un par de cervezas, que yo soy asĂ­ de maja. 


El de halagos tardĂ­os

Francisco era de Brasil. Hay cierta rivalidad entre argentinos y brasileros, pero yo soy mĂĄs de mundo sin fronteras y me pareciĂł un buen plan de martes. AdemĂĄs vivĂ­a por mi barrio, asĂ­ que bajĂ© de casa con lo puesto al bar de la esquina. Era un chico interesante, estaba haciendo un doctorado en algo de tiburones y su impacto en la economĂ­a (WTF) y tenĂ­a buena conversaciĂłn. AĂșn asĂ­, no fue suficiente, tras un par de cañas y dos tapas, nos despedimos y luego ninguno de los dos volviĂł a escribir nunca mĂĄs. 

La noche de San Juan, estaba con Noe de verbena por Sant Antoni, cuando lo vi. Me podría haber hecho la loca y seguir bailando como si nada, pero a mí eso de que no me vuelvan a escribir me da algo de rabia. Así que me acerqué a saludarlo con la intención de echårselo en cara (sí, lo sé, yo tampoco le había escrito).

—Sofi, ¡quĂ© sorpresa! ¡Hoy sĂ­ que estĂĄs guapa! 



¿Perdona? ¿El otro dĂ­a no? Noe no podĂ­a creer lo que estaba escuchando y yo no podĂ­a mĂĄs con mi indignaciĂłn. Nos alejamos y estuvimos aguantando buena parte de la noche a sus amigos moscardones intentando arreglar lo irreparable. 

Pasado un mes, Noe y yo nos estĂĄbamos pegando un fiestĂłn en Plataforma, cuando lo vimos allĂ­. Me saludĂł nuevamente e intentĂł pedirme perdĂłn.

—En serio, fui tonto. El primer dĂ­a no te vi bien—, me dijo tras un intento de beso que se quedĂł en cobra. 

Barcelona es muy pequeña y nos acabaremos encontrando todos...


Si os quedasteis con ganas de mĂĄs fiascos y no habĂ©is leĂ­do aĂșn las primeras entregas, os las dejo aquĂ­:

- Pequeños fiascos - 1
- Pequeños fiascos - 2
- Pequeños fiascos - 3

Y si a tĂ­ tambiĂ©n te pasan estas cosas y quieres participar en la prĂłxima entrega de fiascos, ¡cuĂ©ntamelo! Rellena el formulario de contacto, mĂĄndame un mail a elpezquesemuerdelaboca@gmail.com o contacta conmigo por Facebook. 
Ese dĂ­a me sentĂ­a la persona mĂĄs desgraciada del mundo. No porque realmente lo fuera, pero habĂ­a bebido una cantidad ingente de alcohol en una fiesta electrĂłnica y habĂ­a lanzado mi iphone nuevo por el wc del baño quĂ­mico. A eso sĂșmale que le montĂ© un pollo al chico que me gusta, de estos que sueltas tras varios dĂ­as de acumular cosas que te callas hasta que revientas. La rabia, ira, vergĂŒenza y demĂĄs sentimientos horribles afloraron en forma de rĂ­os de lĂĄgrimas de borracha. Lo primero que se me ocurriĂł fue huir y esconderme detrĂĄs de un Poly Klyn maloliente y tragador de iphones a lloriquear en soledad. 

Y allĂ­, tras la puerta del Poly Klyn estaba ella. Mi amiga del baño. Me vio llorar y me preguntĂł si estaba bien. Yo lloraba y moqueaba desconsoladamente mientras intentaba explicarle en argentino-borracho que acababa de decirle al chico en cuestiĂłn que se fuera a la mierda. Y mi amiga del baño me abrazĂł. Me abrazĂł un buen rato hasta que se me pasĂł la tonterĂ­a. Me animĂł a volver a bailar. Me arreglĂł el maquillaje y me cogiĂł de la mano para salir de allĂ­. 


Es que las amigas del baño son algo Ășnico. TĂș pides un cigarro en la terraza y es posible que a la mitad de los presentes casualmente se les haya acabado. Pero entras al baño y pides una compresa y, de repente, todas las amigas del baño te preguntan si la quieres con alas, super plus, tampax pearl,  salvaslip (o una rayita, que las hay muy generosas). 

Hay una solidaridad entre las amigas del baño que no creo que los hombres puedan comprender jamĂĄs. Son las que no se aguantan de pie, pero te aguantan la puerta cuando no cierra, no vaya a ser que alguien te vea mear. Cuando no hay papel higiĂ©nico parten su Ășnico Kleenex a la mitad para dĂĄrtelo a ti, hasta ahora desconocida y ahora nueva amiga de la fiesta. Te aguantan la cabeza si tienes que echar el cubata de mĂĄs. Te arreglan el pelo cuando pareces un despojo social. Y probablemente sigas pareciĂ©ndolo, pero te dirĂĄn que ahora ya estĂĄs matadora otra vez. 



Las amigas del baño valoran el esfuerzo que has hecho en meterte en ese vestido que no te deja respirar y te preguntan donde te lo has comprado. Menos mal, porque tu chico ni se ha enterado que estrenas modelito. Y te dicen que te quedarĂ­a mejor con pintalabios rojo. No te conocen de nada, pero ya te dejan su pintalabios porque ven que lo necesitas. Y aĂșn mejor, las hay que llevan la misma falda que tĂș, te dicen lo chula que es y encima quieren sacarse una foto de espejo contigo. Eso es amistad de la buena, sin dudas. 


Son tus confidentes y consejeras mĂĄs acertadas en ese momento. Despotricas de aquel que se ha liado con otra en tu cara, criticas a la guarra que estĂĄ con tu ex, hablas de tu desgracia laboral y siempre te dirĂĄn lo que debes hacer: —Anda, "felices los cuatro", vamos a bailarla—, y tus penas las dejas en el wc. 



Mi amiga del baño del otro dĂ­a se llama Amanda y desde aquĂ­ quiero darle las gracias por ese abrazo en el momento preciso. Y por si os quedasteis con intriga, el chico al que le montĂ© la escenita fue un hĂ©roe y rescatĂł mi mĂłvil de las profundidades. Y soltarle el rollo aquella noche no fue una gran idea, pero nos ha servido de mucho y ahora ya no me siento nada desgraciada, sino mĂĄs bien bastante feliz.  


Si te pasa como a mí y estås cansada de rollos que no nos llevan a ninguna parte y relaciones superficiales de tan solo unas horas, este post es para ti. Las citas exprés y los "si te he visto no me acuerdo" estarån bien de vez en cuando, pero muchas veces queremos mås. Crear un vínculo, conocer a alguien interesante, ilusionarnos, vivir comienzos de cosas bonitas.

Gracias a las aplicaciones para ligar, cualquiera puede tener una primera cita hoy en dĂ­a. Pero... no cualquiera puede tener una segunda cita. No es fĂĄcil. Entre tanto inconformismo, tanto egocentrismo y tanta oferta al alcance de la mano, parece que es misiĂłn imposible llegar a tener dos citas, ya de tres ni hablemos.


Desde luego, no hay una receta mĂĄgica, pero se me ocurren algunas claves que no estarĂ­a de mĂĄs seguir para asegurarnos una segunda cita.


1. Para empezar, la primera clave estĂĄ en el medio por el que contactas con tu futura cita. No es lo mismo que te lo presente tu prima, que conocerlo en un after. Y lo mismo pasa con las apps de ligoteo. Si lo que quieres es crear un vĂ­nculo, ir mĂĄs allĂĄ de una cena rĂĄpida, un polvo y un ghosting, debes escoger una app que se adapte a lo que busques y que te transmita confianza.

Yo he decidido volver a crearme un perfil en Badoo, que fue donde conocĂ­ a mi ex y, aunque la historia merece un post aparte, la verdad es que fue la Ășnica que me dio resultados en cuanto a una relaciĂłn. AdemĂĄs es la app de dating mĂĄs grande del mundo, con mĂĄs de 360 millones de usuarios. Digo yo, que entre taaaanta gente... ¡¡quien no liga es porque no quiere!! Y a eso sĂșmale que no tienes que esperar a un match, porque si eres una persona de bien y verificas tu perfil (puntos extra a la confianza que nos da eso) puedes mandar mensajes con la posibilidad de presentarte con algo mĂĄs que un par de fotos.

¡BĂșscame en Badoo!


2- Antes de la primera cita, debes asegurarte un bĂĄsico: la importancia de un buen filtro. Si estĂĄ de vacaciones, es posible que despuĂ©s de la primera cita tengas que coger un aviĂłn si quieres volverlo (claro, Badoo es internacional, si conoces a un sueco divino que ha pasado tres dĂ­as en Barcelona... ¡¡luego te acordarĂĄs de mĂ­ cuando mires el Google maps con pena!!). Filtra tambiĂ©n los intereses, para eso hay perfiles super detallados y puedes saber de antemano que tienes mĂĄs chances con aquel que toca la guitarra que con el que le gusta la bĂșsqueda de geocatchs. AtenciĂłn tambiĂ©n al texto en el que vemos quĂ© buscan ellos, que si te pone "solo ONS", hace poco aprendĂ­ que significa one night stand (lo que vendrĂ­a a ser rollo de una noche) y las posibilidades de segunda cita se reducen a la nada.

¡Encuentra gente que estĂ© cerca!


3- Bien, ya estamos. Hablas con un chico que a priori te mola. QuedĂĄis para tomar algo por primera vez. Lo ves y piensas que estĂĄs en tu dĂ­a de suerte. Piensas como combina su color de ojos con el jersey nuevo que te has comprado y que en su barrio hay un cole muy bueno para vuestros hijos. Piensas cochinadas. Ok, quizĂĄs se te ha ido la olla. Pero si piensas que lo quieres volver a ver... pasemos a la siguiente clave: la primera impresiĂłn que se llevarĂĄ.

Entran en juego dos cosas: tu aspecto y tu actitud. Da igual que no seas una modelo, saca tu mejor sonrisa, maquĂ­llate con ganas —si lo haces habitualmente— y ponte tu outfit ganador. VĂ­stete con tu color favorito, lo importante es que te guste tanto a ti, que a Ă©l se lo transmitas. La seguridad y la actitud son fundamentales. Que se note que te lo pasas bien, que estĂĄs cĂłmoda con Ă©l y siendo tu misma. RĂ­e. Mira a los ojos cuando hables. CĂłmete el mundo y cĂłmete esa tarta de chocolate de la carta sin vergĂŒenza, que aquĂ­ hemos venido a pasĂĄrnoslo bien, ¡no a meter tripa!


4- La conversaciĂłn es otro punto clave. TenĂ©is que conoceros un poco. Habla de ti, cuĂ©ntale cosas. Pero sobre todo, escĂșchalo. PrĂ©stale atenciĂłn. Muestra tu interĂ©s. Hazle preguntas. Repite alguna cosa que haya dicho, para que vea que no lo has pasado por alto. Nadie va a una cita a escuchar monĂłlogos. ¡Interactuar es bĂĄsico!



5- Dile algo bonito con sutileza. Por tu cara imaginarĂĄ que le gustas, pero no estĂĄ de mĂĄs hacerle un halago. Dile que te gusta su perfume, que el sitio al que te ha llevado ha sido muy acertado y pregĂșntale donde se ha comprado esa camisa tan molona. Dile la verdad, no exageres.


6- Dejar con las ganas. TĂș quieres una segunda cita porque quieres mĂĄs. Con una sola cita para ti no es suficiente. Haz que Ă©l tambiĂ©n lo necesite. TĂș conoces tus lĂ­mites y cuĂĄnto mĂĄs tienes para ofrecer. DĂ©jate historias para otro dĂ­a, besos para otro dĂ­a, sexo para mĂĄs adelante. CuĂ©ntale historias, bĂ©salo y follad si eso es lo que te apetece. Pero hazle saber que aĂșn tienes mĂĄs para la prĂłxima.



7- Se estĂĄ por acabar la cita, toca pagar. Esta es la clave frĂ­vola y materialista. Igualdad, saca tu cartera, que somos mujeres modernas y podemos pagar a medias. Pero... si te quiere invitar, dĂ©jate invitar. Y dile: "la prĂłxima invito yo". Y asĂ­ te aseguras de que habrĂĄ prĂłxima. La segunda opciĂłn, —si estĂĄs a primeros de mes, la nĂłmina fresquita en el banco y tienes un impulso de generosidad— es que pagues tĂș, que se sienta en "deuda" contigo y te invite a la prĂłxima.

(Toda esta clave hay que tomĂĄrsela con pinzas, los hay que no devuelven las invitaciones y las que dejamos que paguen y no nos sentimos en deuda con nadie).


8- Ten en cuenta todas las cosas que debes evitar en una primera cita si quieres tener una segunda. No es necesario que le cuentes la vida, obra y milagros de tu ex. No tiene que saber cuantos otros chicos Badoo te hablan en estos días. No lo presiones con la fecha de tu maternidad. No le preguntes sobre sus problemas digestivos. Y un largo etcétera que ya te contaba en este post.



9- Una clave que no falla es la de irse con una segunda cita programada antes de acabar la primera. Te dice que le gusta el vino, tĂș tienes que enseñarle una bodega especial. Te dice que monta a caballo, pĂ­dele que te enseñe. A los dos os encanta el bar Manolo del barrio, propĂłnle quedar allĂ­ la prĂłxima vez. Busca coincidencias o intereses comunes que te puedan llevar a una segunda cita molona y tan original que no quiera perdĂ©rsela.


10- Vuelves a casa con mariposas en el estĂłmago. DĂ©jate de tonterĂ­as. Si quieres volver a verlo, dĂ­selo. Que no se diga que no lo has intentado todo. Y si ni con esas... ya sabes, ¡paciencia y Badoo!!



**Post patrocinado por Badoo
¡¡Hola desde Buenos Aires!! Tras mucho escribir estos dĂ­as, he mandado todo a la papelera. Mucho melodrama, mucha teorizaciĂłn sobre las relaciones, sobre los miedos y los chicos boomerang que reaparecen tras el verano. AsĂ­ que os voy a contar una mini historia mĂĄs feliz que me pasĂł al empezar este viaje. 

Tuve una semana excesivamente estresante. MuchĂ­simo trabajo, mucho caos en mi casa, me faltaba tiempo para todo, una relaciĂłn poco clara y mucha mala leche. El viernes me fui con todas las prisas al aeropuerto, arrastrando dos maletas, con estrĂ©s porque llevaba exceso de equipaje, estrĂ©s porque mi pulsera pita en el control, estrĂ©s porque se me iba el aviĂłn y no habĂ­a comido. Parada  en Frankfurt, mĂĄs estrĂ©s al aterrizar porque el siguiente aviĂłn salĂ­a en 40 minutos, correr como locos tras un equipo de gente que nos abrĂ­a puertas secretas del aeropuerto y subir los Ășltimos al aviĂłn con destino Buenos Aires. Y mĂĄs mala leche al ir a poner mi maleta de mano en el compartimento superior y ver que no habĂ­a sitio. Un señor se ofreciĂł a ayudarme, resoplĂ© un gracias, me puse los cascos y me tapĂ© hasta la cara con la manta, necesitaba gritar en silencio. 



Vi media película en español latino. Nos ofrecieron unos snacks y me pedí un vino. El señor de al lado me echó una mirada acusadora. Me lo bebí en cinco minutos. Trajeron la cena y pedí otro vino. El señor me volvió a mirar.

—Pedite uno, asĂ­ brindamos por este vuelo de mierda y dormĂ­s el resto del viaje —le dije.

SoltĂł una carcajada. Y se pidiĂł un vino. 

—Te noto un poquito de mal humor, no quiero molestarte, pero si querĂ©s charlar, aĂșn nos quedan unas 9 horas sentados juntos —dijo Ă©l, dĂĄndole un buen trago a nuestro glamouroso vino en vasito de plĂĄstico. 
—Con el prĂłximo vino hablamos, ¿ok?



Se volviĂł a reĂ­r. TenĂ­a una risa contagiosa. Me hizo reĂ­r a mi tambiĂ©n. Y una sonrisa bonita. Cara de buena persona. DebĂ­a tener unos cuarenta y pico. Mi mal humor me hacĂ­a verlo como un señor. Pero despuĂ©s de la risa lo vi como un chico de  cuarenta y pico, con una risa agradable y que no huĂ­a ante mi mala leche. 

—Chin chin
—Chin chin
—¿Vas o volvĂ©s?
—Voy, vivo en Barcelona. ¿Y vos?
—Yo vuelvo, fui por trabajo a Estrasburgo. 

Era arquitecto. En otra vida me encantarĂ­a ser arquitecta. Le hablĂ© de unas obras en las que estuve trabajando hace unos años. Y de mi trabajo actual, que es bastante aburrido, pero a Ă©l le pareciĂł fascinante. Me recomendĂł una pelĂ­cula (la del Rey Arturo, muy molona, con elefantes gigantes y Charlie Hunnam que estĂĄ como un queso). 

—¿TenĂ©s novio?
—Sos el primero en preguntarme eso y aĂșn ni siquiera aterricĂ©. ¿SabĂ©s cuĂĄntas veces me lo van a preguntar en los prĂłximos quince dĂ­as? Parece que en Argentina no soy una mujer de provecho si no tengo novio, da igual que tenga Ă©xito o que hace doce años que no viva allĂ­, todos me dirĂĄn "hola che, tanto tiempo, ¿ya tenĂ©s novio?"

Se volviĂł a reĂ­r, aunque yo se lo decĂ­a en serio. 

—Te lo pregunto asĂ­ me das pie a contarte que yo me divorciĂ© hace un mes. Tengo dos hijos y una ex mujer, ahora no sĂ© que hacer con mi vida. 
—Bienvenido, yo tambiĂ©n soy de las que tiene que marcar la casilla de divorciada en todos los formularios. Pero te dirĂ© una cosa: ser divorciado mola. 
—¿Mola?
—Es una expresiĂłn española. Ahora se te vienen cambios, pero disfrutarĂĄs de la nueva etapa. 


AquĂ­ me veis, como paso en un pis pĂĄs de chiquilla malhumorada a sabihonda que da consejos de vida a señores desconocidos. 

Vi la pelĂ­cula que me recomendĂł. Luego Ă©l se pidiĂł un whisky y yo un Baileys. Volvimos a brindar. Hablamos de Juego de Tronos, que yo no veo. Hablamos de PanamĂĄ, donde habĂ­amos estado los dos. Luego le pedĂ­ que me dejara salir para ir al baño. Él vino detrĂĄs. 

—¿Vienes mucho por aqui?
—Jajaja, siempre que puedo me hago una escapadita.
—Disculpame, estoy flirteando en la cola del baño de un aviĂłn con una que podrĂ­a ser mi hija.
—Tranquilo, no podrĂ­a ser tu hija.


Se riĂł otra vez. Volvimos a nuestros asientos. 

—Por cierto, me llamo Sofi.
—Yo Gonzalo, encantado. 

Me reĂ­ yo. 

—¿QuĂ© pasa? 
—Es el nombre Gonzalo, que me persigue, una larga historia que dejarĂ© para otro vuelo. En otro momento hubiese dicho que es una señal, pero hoy dirĂ© que debe ser un nombre muy comĂșn. 

Nos quedaba un asiento vacĂ­o en medio. Claro, ese era el asiento en el que debĂ­a viajar Teo, que irĂłnico. AprovechĂ© que Gonzalo era muy grande y no entraba, acostĂĄndome yo en mi asiento y el del medio. DormĂ­ hasta que me despertĂł tocĂĄndome el brazo. Me di cuenta de que lo estaba empujando con mis pies. 

Ya estaba el desayuno. Los dos pedimos vino. La azafata nos dijo que ahora solo podĂ­amos pedir zumo, cafĂ© o tĂ©. Y seguramente pensĂł que tenĂ­amos algĂșn problema de alcoholismo. Y seguramente estaba en lo cierto. 


Nos bajamos del aviĂłn, hicimos el control de pasaporte juntos y en la cinta del equipaje nos despedimos. 

- Sofi, volvĂ­ del viaje un poquito mĂĄs feliz. Gracias. 

Y desapareciĂł. QuerĂ­a correr tras mi nuevo amigo para pasarle mi telĂ©fono o algo. Pero me di cuenta de que debĂ­a ser asĂ­. HabĂ­amos sido personas amarillas el uno para el otro. HacĂ­a tiempo que no me encontraba un amarillo. 

EncendĂ­ el mĂłvil. Le mandĂ© un mensaje a Teo. Y otro con visible mal humor a mi familia, que estaban llegando tarde a buscarme. Vuelta a la normalidad. Necesitamos mĂĄs amarillos, mĂĄs vino y mĂĄs risas sinceras. 
Nos conocimos tomando unas cañas. Enseguida hubo chispas. Risitas. Me gustas, te gusto. Un dĂ­a en tu casa, otro dĂ­a en la mĂ­a. Íbamos al cine. DĂĄbamos paseos. HablĂĄbamos de todo y de nada. FollĂĄbamos. Era un buen verano y todo iba viento en popa. 

Hasta que un buen dĂ­a, quedamos por Ășltima vez.

Y me dice:

—Te dejo porque me estoy enamorando—. 



Intento procesarlo. 

Te dejo 

Mierda, se acabaron los buenos polvos, las risas y los bocadillos antes del cine. 

Porque 

Ahora viene cuando me dice "no eres tĂș, soy yo", "estĂĄs un poco loca", "me voy a vivir al Congo Belga", "voy a volver con mi ex", etc. 

Me estoy enamorando

PU-TA-DA. Y yo que creĂ­a que le gustaba. ¿En quĂ© momento se me ha adelantado otra?



Ah, no. Espera.

Te dejo porque me estoy enamorando...

—¿De quiĂ©n?
—De ti.

WTF!!!



Ok, esto no pasa muy a menudo. Lo de que se enamoren de mi, quiero decir.

Pero vamos a ver. ¿Entonces por quĂ© me dejas? ¿CuĂĄl es la parte mala de enamorarse de mĂ­? 

Que si ahora no es momento, no puedo tener una relaciĂłn, aĂșn tengo que aprender a estar solo, mis amigos estĂĄn solteros... bla, bla, bla...



Pero... ¿y el amor? 

Cobarde. Que eres muy cobarde. Que digo. Somos cobardes. Le contestĂ© con un "ok". Y ala, a reinstalar el Tinder y buscarme a otro que rĂĄpidamente me hiciera olvidarlo. Y a otro, y a otro. 

Porque eso de enamorarse ya no se lleva. Te vuelve vulnerable. Enamorarse duele. Cómo cuando decimos el suelo es lava, pues el amor es lava. No queremos enamorarnos porque perdemos. Te quedas sin libertad si te enamoras. Te quedas sin amigos, sin intimidad, sin espacio, sin aire. Menuda tontería, a quién se le ocurre morirse de amor...

Pues déjame que te diga un par de cositas, chaval.



Si eso fuese amor de verdad, si en serio estuvieses enamorado... otro gallo cantarĂ­a. Lo que tienes es una boca enorme y unos santos cojones que se inventan las excusas mĂĄs cutres para dejar a alguien.

Te diré que ojalå te enamores. Que te enamores de verdad. Con ese amor que te rompe todos los esquemas, que no solo te vuelve vulnerable, sino también feliz. Feliz y libre. Porque el amor de verdad, ese que no conoces... no te limitarå.

También deberías saber, que cuando te enamores de verdad, serå una putada que la dejes escapar por unas dudas absurdas. Que este mundo es para los valientes, para los que se la juegan, para los que arriesgan.

Y te dirĂ© por Ășltimo, como le dije a alguien importante en su dĂ­a:

QUE TE DEN. 

Que te den amor. 


Érase una vez, un grupo de chicas que coincidieron para cenar. Estaban las amigas de Fulanita, amigas de Menganita, la prima de Maripili y la cuñada de Conchi. Sin caer en tĂłpicos, lo que pasĂł es que cervecita arriba, cervecita abajo, habĂ­a muchas cosas que explicarse, de esas cosas que se explican las chicas a veces.  

La vecina de la Pepi ya había llevado dos chicos diferentes al piso esa semana. A Marta, la de recepción, se la encontró Juan en el Tinder. El chico nuevo parece gay y el otro día discutía con alguien por teléfono. Pedro se ha ido de vacaciones con Virginia y estån todas flipando, después de lo que pasó.


Dejarse llevar, suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber donde puedes terminar... o empezar...


Conoces a alguien un dĂ­a por casualidad. Y de repente, piensas en Ă©l mĂĄs de la cuenta. Imaginas cosas que quieres que pasen. Imaginas otras que ojalĂĄ no pasen nunca. Te pones nerviosa. No sientes mariposas, porque eso es una chorrada. Lo que sientes son ganas de verlo, de besaros, follar como locos y que te mire con esos ojos pequeños como si fueras lo mĂĄs de este mundo. 

Pero...

Todo eso acojona. Tienes mil miedos. Mil preguntas. Empiezas a levantar barreras. Por si acaso. Por si te hace daño. Por si no siente lo mismo. Por si te estĂĄs flipando. Te alejas un poco. Incluso la cagas a posta, por sentirte menos enganchada. Te boicoteas. Tardas siete minutos en contestar para que piense que estĂĄs ocupada. Esquivas los temas delicados. Que te escriba Ă©l, que tĂș has escrito la Ășltima. Te muestras empĂĄtica, cuando en realidad lo que te dice te parece descabellado. Vas con pies de plomo. 

Pero... si esos pies de plomo te dejan en tu sitio, no te dejan avanzar, hacen que Ă©l se te escape... ¿QuĂ© vas a hacer entonces?

¿Y si en lugar de pensar tanto, maquinar, planear, comedirse... nos dejamos llevar? 

Quiero, quiero, quiero. Quiero sin peros. Quiero fliparme y disfrutar como si me fuera a durar un solo dĂ­a o toda la vida. Quiero pensar locuras y volar en mi imaginaciĂłn con Ă©l hasta el Machu Pichu. Quiero contestarle al minuto. Decirle lo que pienso. Decirle que sĂ­. Que venga, que nos vamos, que escapemos y que les den a los cobardes. Que esta vida son dos dĂ­as y no hay que darle tantas vueltas a las cosas. Que vamos a vivirlo porque esto es guay. 

Quiero beber en la playa. Desayunar en las montañas turcas. Quiero hacerle cosquillas. Quiero comer pizza hasta reventar. Dormir en un hotel de sĂĄbanas bonitas y al dĂ­a siguiente en un camping lleno de bichos. Quiero seguir poniĂ©ndome nerviosa cuando me mira. Quiero hacer carreras sobre la tabla de padel hasta la boya y empujarlo al agua cuando me estĂ© ganando. Quiero pegarle un tirĂłn fuerte del pelo. Quiero que nos tumbemos en la alfombra despuĂ©s de alucinar con uno de esos polvos que son magia. 


Quiero enamorarme otra vez. Y otra y otra. Dejarnos llevar hacia cosas chulas. Vivir aventuras. No aburrirnos. No quiero quedarme en casa en el sofĂĄ esperando que alguien me siga queriendo sin moverme. Quiero comerme el mundo de su mano, reĂ­r hoy, mañana y dentro de dos años. ¡¡Quiero que seamos cĂłmplices!! ReĂ­rnos juntos de todos los que no han entendido que esto es lo Ășnico que cuenta: dejarse llevar...


Llevaba una temporada de varios viajes y compras compulsivas, cuando vi claro que si seguĂ­a con ese ritmo de vida, tendrĂ­a que irme con mi precioso sofĂĄ rojo debajo de un puente, porque ya estaba al borde de la ruina. Fue entonces cuando mi amigo Batman me comentĂł que tenĂ­a un amigo italiano que vendrĂ­a a vivir a Barcelona y buscaba piso para el mes de abril, por si querĂ­a alquilarle una de las habitaciones. Se me pusieron las pupilas con el sĂ­mbolo de dĂłlar y le dije que sĂ­ sin pensĂĄrmelo.

Lo cierto es que aĂșn no habĂ­a acabado de equipar el piso. Una cosa era vivir yo sola en condiciones precarias y otra cobrar por ello. La habitaciĂłn que me sobraba la habĂ­a convertido en un enorme vestidor/trastero y aunque tenĂ­a un colchoncito de Ikea para emergencias, aĂșn no tenĂ­a ni cama, por lo que decidĂ­ dejarle mi propia habitaciĂłn y trasladarme yo a caoslandia por un mes. La primera impresiĂłn que se llevĂł Marco de mĂ­ era la de "habitante de pocilga". Y no era una impresiĂłn muy lejana a la realidad. 

Marco es guapete y tiene un rollito muy guay. La cosa iba bien, Ă©l trabajaba de noche y yo de dĂ­a, asĂ­ que generalmente coincidĂ­amos cuando yo volvĂ­a de fiesta o de alguna cita Tinder con una caraja considerable, y Ă©l llevaba la misma caraja encima. Al final, Ă©ramos dos compis alcohĂłlicos y nos llevĂĄbamos bien. Yo le contaba de mis fiascos amorosos y Ă©l me aconsejaba, para luego hablarme de una chica de la que se habĂ­a enamorado y yo le aconsejaba que pasara de ella, guiño-guiño. Y seguĂ­amos bebiendo en casa juntos. 

A mi me enseñaron que descansar no es no hacer nada, sino cambiar de actividad. Y eso es lo que hice durante las Ășltimas semanas en el Sudeste AsiĂĄtico.

Mi nueva actividad consistĂ­a en vivir una aventura nueva cada dĂ­a:


- Hice trekking por la jungla, sudando como nunca lo habĂ­a hecho. TambiĂ©n hice mĂĄs deporte en estas semanas que en los Ășltimos cuatro años. Me clavĂ© una rama en medio del cuadriceps, aĂșn me duele el morado. Los monos me han visto caminar por su hĂĄbitat en tanga, tras rajar mis pantalones en un intento de saltar un tronco. Me peguĂ© un resbalĂłn en medio de un barrizal que me dejĂł guapa, guapa y menos mal de cargar en ese momento la mochila y sus 9 kilos que amortizaron la caĂ­da de espaldas. 

- VolvĂ­ a meditar. Mi profe de canto e iniciadora a la meditaciĂłn estarĂ­a orgullosa de mĂ­. La luz blanca y la violeta iban arriba y abajo mientras cantaba las vocales de cada chakras y aunque suene algo crazy, ahora estoy cargadĂ­sima de energĂ­a positiva y vuelvo llena de nuevas ideas y proyectos.

hamaca en Isla Tioman, Malasia, playa ABC
Sofi, relax en Isla Tioman, Malasia
Entre crujido y crujido, mi osteĂłpata me dijo:

— Hace tiempo que no veo a Gonzalo
— Lamentablemente, hace tiempo que yo tampoco lo veo

Luego me comentĂł que notaba problemas en mi hĂ­gado, que debĂ­a dejar los malos hĂĄbitos (oh, gracias Florencia, no se me habĂ­a ocurrido) y que, como consejo personal, debĂ­a dejar el rencor y la ira. Me di la vuelta en la camilla ojiplĂĄtica.

— ¿De quĂ© ira hablas?
— Ya sabes de lo que hablo. DĂ©jalo ir...

Me vestĂ­ pensativa, paguĂ©, pedĂ­ cita para el siguiente mes y salĂ­ a la calle. No habĂ­a hecho ni cincuenta metros cuando recibĂ­ el Whatsapp de Gonzalo. Ni que me leyera la mente. Le mandĂ© la ubicaciĂłn, Ă©l me habĂ­a recomendado la osteĂłpata un año atrĂĄs. Es el Ășnico vĂ­nculo que aĂșn mantengo con Ă©l, ademĂĄs de la garantĂ­a de mi ordenador que estĂĄ a su nombre y rezo para que no se estropee nunca. No sĂ© si llamarlo coincidencia o destino tocĂĄndome los cojones, pero ahora entiendo que debĂ­a pasar asĂ­.

Los mensajes eran lentos y me llamó. Olvidé desbloquearlo de mis llamadas, a pesar de haberlo hecho en el Whatsapp sólo por comprobar de vez en cuando si actualizaba su foto de perfil. Sigue utilizando la foto de cuando era pequeño, la odio por ser tan tierna. El caso es que me salió un aviso en el móvil con el título "filtro de acsoso" y nueve llamadas perdidas. Lo llamé yo y hablamos por primera vez en meses.

Me dijo que estaba fuera, en un viaje de esos de pensar, y que se acordaba de mĂ­. Su forma extraña de echarme de menos, con palabras que soy incapaz de reproducir porque de alguna manera hasta me dan vergĂŒenza, me hacĂ­a sentir especial. De hecho, lo sĂ©, soy especial para Ă©l. Solo que no lo suficiente, porque al parecer ahora habĂ­a alguien un poco mĂĄs especial que yo con quiĂ©n sĂ­ se atrevĂ­a a aparcar sus miedos a volver a tener una relaciĂłn.

Me enfadé y le dije, casi a los gritos, que le estaba haciendo a ella lo que me había hecho a mí. Que no iba a ser yo la que se interpusiera en su "feliz" relación y que esta conversación conmigo estaba fuera de lugar. Su discurso de "te llamo para pedirte perdón porque no quiero hacer daño a mås gente" carecía de coherencia. Realmente, le deseo que sea feliz. Sé perfectamente por lo que estå pasando. Gonzalo y yo somos iguales, quizås por eso nunca estaremos juntos.

Antes de colgar, ya mĂĄs tranquila y con lĂĄgrimas en los ojos, le dije:
— El 30 de junio me marcho a Malasia.
— ¿A vivir?
— AĂșn no. Vente conmigo.
— QuizĂĄs.

El 30 de junio volvĂ­ de trabajar a las 16hs. MetĂ­ mi neceser en la mochila que habĂ­a dejado preparada la noche anterior, cambiĂ© las sĂĄbanas, guardĂ© parte de mi ropa debajo de la cama para dejar espacio a mis inquilinos, vaciĂ© la nevera y bajĂ© corriendo a tirar la basura y coger un taxi al aeropuerto. EntreguĂ© mis llaves a los alemanes que me esperaban en la T2 y cogĂ­ el shuttle a mi terminal. PasĂ© los controles  y una vez dentro localicĂ© las tres puertas de embarque. La primera a Doha, la segunda a Amsterdam y la tercera a Dubai, la mĂ­a. Eran las tres escalas posibles a Kuala Lumpur el 30 de junio, pero Gonzalo no estaba allĂ­.

Hoy escribo desde la isla Tioman, sentada en mi pareo y con los pies en el mar. No hay gente alrededor, a esta isla apenas llega turismo. La playa es mía, la puesta de sol es mía, el agua, la arena, incluso los mosquitos son todos para mí. Es mi momento. Por fin vuelvo a meditar, hacía tiempo que no lo hacía. Vuelvo a conectar conmigo misma. Y cuando levanto la vista de mi libreta y miro el mar por enésima vez, lo que veo es paz.

Sofi en la playa de tioman island, malasia
Sofi, julio 2017. Pulau Tioman, Malasia


A mi vuelta debo decirle a Florencia que no lo he dejado ir. Que probablemente no lo olvide nunca. Pero que lo he dejado en Malasia, para que encuentre la paz él también.

QuedĂĄis en desvirtualizaros, pasar al plano real y tener una cita. O concretas con el chico de aquella fiesta para volver a veros en una cita formal. O accedes a conocer al amigo de tu primo en una cita a ciegas. De cualquier forma, una primera cita siempre es especial. Quieres causar una buena impresiĂłn, tienes ciertas expectativas sobre la otra persona, imaginas conversaciones, piensas en el outfit e incluso puede que ensayes caras delante del espejo. O puede que seas tan relajado y/o acostumbrado a las primeras citas, que ya domines esta clase de situaciones. AĂșn asĂ­, hay una serie de cosas que debemos evitar en la primera cita:

1- No escuchar. Los millennials egocĂ©ntricos tenemos muchas cosas que explicarle al mundo. Te encontrarĂĄs con alguien que te explicarĂĄ sus rollos y tĂș explicarĂĄs los tuyos. No estĂĄ de mĂĄs poner algo de interĂ©s, hacer preguntas sobre el tema que te cuentan y hacer pausas en tu monĂłlogo para que el otro pueda interactuar contigo.



2- EstĂĄ bien lo de hacer preguntas, pero hay algunas que las podemos dejar para muuuucho mĂĄs adelante. Preguntas del tipo "¿tus padres viven?", "¿cuĂĄnto ganas al mes?", "¿cuĂĄnto te ha costado ese reloj?", "¿cuĂĄnto pagas de alquiler?", "¿por quĂ© os divorciasteis?", o la clĂĄsica "¿cuĂĄndo tienes pensado tener hijos?"... sobran.

3- Tu ex no es relevante en la primera cita. En serio, al otro le importa un pimiento si te ha puesto los cuernos, si os ibĂĄis de vacaciones a Lloret o si donde estĂĄis cenando era vuestro sitio preferido. O puede que incluso sienta aversiĂłn hacia el tema ex, o que parezca que aĂșn no lo has superado. La cita es para conocer vuestro presente, deja al ex en su casita.


4- Hay primeras citas centradas en la charla y algunas primeras citas un poquito mĂĄs calientes que acaban en cama. En cualquier caso, la primera vez ya se sabe que nunca es la mejor, no necesitamos explicar y que nos expliquen detalles sexuales con otras parejas, porque eso nos harĂĄ comparar involuntariamente, probar cosas absurdas, acomplejarnos o generarnos una idea equivocada.

5- Si la primera cita es para comer o cenar, vigila con lo que pides. A ver, yo no soy de las que miden las calorĂ­as, ni se me ocurrirĂ­a juzgar que el otro se jalara 200 alitas de pollo. Pero hay ciertas comidas que yo evitarĂ­a: los espaguetis con salsa de tomate, las hamburguesas XL, noodles si no tienes mucha destreza con los palillos...


6- Tema drogas: allĂĄ tĂș si las consumes, personalmente te dirĂ­a que no es buena idea por razones obvias. Pero mĂĄs objetivamente, tambiĂ©n te dirĂ­a que drogarte en la primera cita puede ser catastrĂłfico. Y no tengo mucha propiedad al hablar del alcohol, pero emborracharse en la primera cita... tampoco es una genialidad, vamos que cada uno haga lo que quiera, pero que sepas que puedes hablar mĂĄs de la cuenta y hacer alguna que otra estupidez, luego no te extrañe si te hace ghosting.

7- Controla tus ilusiones. Un chico me dijo en la primera cita que no creĂ­a en el poder de Tinder, pero que tras media cerveza conmigo habĂ­a recuperado las esperanzas. Otro me hizo llegar un texto de 3 hojas A4 con las maravillas que habĂ­a visto en mĂ­. Yo soy la primera que tiene una voz perversa en la cabeza gritando "¡es Ă©l, es el padre de tus hijos!", pero por el amor de dios... ¡disimula si no quieres espantar a la otra persona!


8- No has quedado con una persona tonta. TenĂ©is cosas en comĂșn. Ni tĂș ni Ă©l os creerĂ©is el exceso de promesas y planes futuros. Podemos ir a probar este restaurante juntos, yo te enseñarĂ© a tocar la guitarra y tu me enseñas a hacer kitesurf. Me encantarĂ­a probar tu lasagna, la prĂłxima vez te llevarĂ© un vino que te encantarĂĄ. DeberĂ­amos ver Game of Thrones juntos. ¡Quieto ahĂ­! ¿TĂș sabes cuantos capĂ­tulos tiene una serie? Venga hombre, hacer un plan para la siguiente cita estĂĄ bien, pero no planifiques el año completo....

9- Las berenjenas te dan cagarrinas. La ginebra te darĂĄ gases el resto de la noche. Mezclar alcohol con sushi en altamar te hace vomitar. El martes no puedes quedar porque tienes colonoscopia. Ok, es una putada. Pero queda terminantemente prohibido hablar sobre los problemas de tu sistema digestivo en la primera cita.



10- Hablar mĂĄs de 10 minutos sobre el trabajo. Él es abogado, te cuenta con pelos y señales su Ășltimo juicio contra un banco. Cuando dejas de bostezar, tĂș le explicas lo complejo que es aplicar deducciones fiscales por investigaciĂłn ahora que se acerca el impuesto de sociedades. Apaga y vĂĄmonos. En serio, puede apasionarte el trabajo, pero al otro con suerte le parecerĂĄ interesante durante unos minutos. O puede que tu trabajo y tu jefe sean los peores de este mundo, pero el otro no quiere aguantar tu frustraciĂłn en la primera cita. 


11- Obsesionarte con lo que no debes hacer. Disfruta de tu cita, mete la pata, haz el ridĂ­culo, rĂ­e y cuĂ©ntaselo a tus amigos. Y sobre todo... ¡no me hagas mucho caso!
Para mi despedida de soltera, mis amigas me llevaron con los ojos vendados al aeropuerto, con destino final Ibiza. No sĂ© si es porque era la mĂ­a, pero me pareciĂł la mejor despedida de este mundo. Tal es asĂ­ que, cuando me divorciĂ©, me parecĂ­a lo mĂĄs apropiado volver a celebrarlo a la isla blanca. 

Mi amiga Georgina, mi compañera en este viaje de inauguraciĂłn de mi nuevo estado civil, es muy top. Siempre estĂĄ impecable, suda purpurina y toda ella es glamour. A su lado soy una autĂ©ntica piltrafa, pero aprendo de ella para algĂșn dĂ­a ser tan cool. HabĂ­amos alquilado un coche y nuestro plan de ruta era el siguiente: el jueves David Guetta, el viernes discoteca menos cara, el sĂĄbado Privilege con Sean Paul. De dĂ­a: ferry a Formentera, dĂ­a en Cala Conta, Cala Tarida, Cala Bassa, atardecer en CafĂ© del Mar, dĂ­a de playas del norte, domingo la puesta de sol en BenirrĂĄs. 

Fue en alguna de esas calas idĂ­licas en las que conocimos a Max. EstĂĄbamos intentando copiar la pose de una chica de la que nos hicimos muy fans —tanto de ella como del pobre novio sĂșper paciente—, pero mi resultado no era del todo bueno. Comparad vosotros mismos:

La modelo de la pose sensual
Yo, haciendo lo que medianamente se puede
Recuerdo a la perfecciĂłn quien fue mi primer amor de verano. MatĂ­as era lo mĂĄs porque tenĂ­a un quad y me llevaba cogida a su cintura por las dunas de la costa en Pinamar. Luego paraba el quad en medio del bosque y nos dĂĄbamos unos besitos y pa' casa. El dĂ­a de la despedida, casi morimos del drama. Prometimos llamarnos y volver a vernos en la ciudad. Siempre recordarĂ© a MatĂ­as, el del quad, como mi primer amor de verano y el primero en hacerme ghosting. Nunca mĂĄs supe de Ă©l. 


Normalmente la gente de Tinder que estĂĄ en Barcelona de vacaciones me da mucha pereza. No es que utilice esta app para encontrar al amor de mi vida exactamente, pero me parece cruel conocer a alguien con quien congenies "como para repetir" y luego se vaya a los dos dĂ­as. 

Mi churri de aquel momento estaba viĂ©ndose con otra —malditos tiempos modernos—, por lo que me pareciĂł una buena idea pasar de su cara y buscar nuevas motivaciones. El perfil de Oriol era bien clarito: «español viviendo en Bali». Tras ver sus fotos surferas, lo meditĂ© dos segundos y le di like. Hace tiempo que estoy ahorrando cada euro que me sobra mientras fantaseo con hacer un viaje en plan dar la vuelta al mundo durante una temporada larga y me parecĂ­a de lo mĂĄs interesante que alguien me contara de primera mano cĂłmo es eso de irse a vivir al paraĂ­so.



Quedamos en el Arc de Triomf y cuando empezamos a caminar hacia el Born, quise ser sincera y le confesĂ© que para mĂ­ era una cita interesada, que querĂ­a sacarle informaciĂłn para mi futuro proyecto (ya os contaba en otro post "como sacarle partido al Tinder", pues era literal). Le pareciĂł divertido y no me dijo cuĂĄl era exactamente su interĂ©s, aunque teniendo en cuenta que solo le quedaban quince dĂ­as en la ciudad, podemos imaginarlo todos. 

Sorprendentemente, la cena fue mejor de lo esperada. PensĂ© que Ă©l se estaba aburriendo con tantas preguntitas que le hacĂ­a, pero me propuso seguir de copas, asĂ­ que aceptĂ© encantada. Cuando Ă­bamos por la segunda copa, empezamos a hablar de la meditaciĂłn y todas las cosas relacionadas con la energĂ­a que a mĂ­ me tienen tan fascinada. Nos reĂ­mos cuando descubrimos que prĂĄcticamente creemos en lo mismo, pero siempre estĂĄ el miedo a quedar como un friki cuando empiezas a hablar de estos temas con entusiasmo. Y con tanto entusiasmo y la energĂ­a violeta bajando del cielo a nuestro sofĂĄ, me olvidĂ© del interĂ©s inicial y nos besamos. 

¿QuĂ© coño nos pasa con los surferos? ¿SerĂĄ su infantilidad y jovialidad? ¿Es el pelo con reflejos dorados y la piel bronceada? ¿La forma en la que cogen la tabla con los brazos fornidos? ¿Es la valentĂ­a con la que desafĂ­an las olas? ¿El torso desnudo y mojado? ¿O serĂĄ su pertenencia al medio acuĂĄtico (para las pez-adictas)?


No habĂ­a tiempo que perder, el chico se volverĂ­a pronto a Bali y tenĂ­a que aprovechar los dĂ­as que me quedaran. Nos vimos tres veces. Tres noches largas con sus desayunos incluidos —¿este chico no tiene casa o quĂ©?—. Me halagaba que sacara ese tiempo para mĂ­. Cuando voy a Argentina ni se me ocurre tener citas, con la cantidad de gente que quiero ver y luego echarĂ© de menos el resto del año. Pero las tres veces cundieron. Para ser un rollo de vacaciones tenĂ­a una piel muy acoplable a la mĂ­a, me decĂ­a cosas muy bonitas y hablĂĄbamos y reĂ­amos durante horas. 

Le comenté que tengo billetes para ir a Malasia en unos días y, comenzamos a bromear sobre la idea de vernos en el Sudeste Asiåtico. Para ser una broma, empezaba a tomar matices de posibilidad real, me dijo que fuera yo a Bali porque él tendría trabajo en esas fechas. Realmente, empecé a planear un cambio de ruta de mi viaje. Pero le dije que, si bien tenía muchas ganas de volver a verlo en Bali, me parecía injusto que yo atravesara el mundo para verlo sin tener la certeza de que sería algo especial. Le dije que era importante para mí que él me invitara a ir. Es decir, cuando la gente escucha que soy argentina, me dicen todos que les encantaría conocer el país y yo les digo a todos que se vengan conmigo, que allí tienen casa. Pero eso no es una invitación especial, sino algo que se dice porque sí, porque sabes que de toda esa gente no irån ni dos personas.

Yo, cuando un surfero me invita a Bali...
El caso es que finalmente, me prometiĂł que yo recibirĂ­a esa invitaciĂłn especial. Yo le prometĂ­ que le enviarĂ­a todo lo que habĂ­a escrito sobre Ă©l. Realmente me habĂ­a inspirado muchĂ­simo y su vida surfera, que envidio profundamente, me hizo reflexionar y replantearme mi vida rutinaria, mucho mĂĄs de lo que ya me la replanteo Ășltimamente. Para asegurarme de mantener contacto regular, le dije que le enviarĂ­a lo escrito cuando me enseñara su casita balinesa por Skype.

En fin, creo que se lo ha tragado una ola. Me voy a Malasia en 10 días y no he sabido nada mås de él desde que se fue. Como una ola, tu amor llego a mi vida, como una ola, se fue como una ola.... También existe el ghosting a nivel internacional.


Yo, cuando creo que todo va divinamente bien....


Por cierto, si querĂ©is seguir mis aventuras por Malasia (o el resto de viajes que hago), podĂ©is seguirme en Instagram como @roundtheworldfish... ¡me harĂ­a mucha ilu que me acompañarais en el viaje!
Cuando se ligaba en bares, las vías alternativas hubiesen sido una cita a ciegas con el amigo de tu cuñado, el clåsico amor de verano que conoces en el chiringuito, un acercamiento en el supermercado, etc. En la versión 2.0 del ligoteo, tenemos las aplicaciones para ligar alternativas, os traigo 6 muy populares:



1. WALLAPOP:
 
En teorĂ­a sirve para vender tus trastos viejos y comprar cualquier cosa de segunda mano. En la prĂĄctica, resulta que yo intentaba vender un robot aspirador, un señor se interesĂł en Ă©l, le di mi telĂ©fono para coordinar el punto del trapicheo... y el señor no querĂ­a aspirador. Vio mi foto de perfil y le gustĂł. TambiĂ©n vio la foto de perfil de una tal Bea. Y probĂł suerte, con ambas. Este señor necesita un aspirado de neuronas. 



2. LINKEDIN: 

Una app super profesional. Parece que aquĂ­ todos estamos muy bien relacionados y tenemos trabajos geniales o estamos "en busca de nuevos desafĂ­os profesionales" Cualquiera dirĂ­a que soy una gran empresaria por codearme con tantos CEOs y managers y nada mĂĄs lejos de la realidad. AĂșn asĂ­, me han contactado en alguna ocasiĂłn para ofrecerme empleo sin yo haberlo buscado y eso es algo que halaga muchĂ­simo (lĂĄstima que nunca me hayan ofrecido nada interesante de verdad). 

Una vez contactĂł conmigo un hombre que pensĂ© que se trataba de un perfil falso. Este hombre era una de las personas mĂĄs ricas en Chile (segĂșn lo que investiguĂ© en Google) y contactaba directamente conmigo para ofrecerme trabajo "de lo que quisiera" porque querĂ­a expandir sus dominios empresariales a España. InsistiĂł en tener una entrevista por Skype, a pesar de que le avisĂ© que yo no estaba capacitada para trabajar "de lo que quisiera".




Cuando conectĂł la cĂĄmara de video, mi sorpresa fue brutal, porque efectivamente era el señor millonetis en persona. Me ofreciĂł un negocio muy extraño, directamente relacionado con la serie Narcos de Netflix (imaginaos mi cara de pĂłker) y me propuso encontrarnos en Ecuador, cuando le dije que estarĂ­a allĂ­ durante ese mes. Le dije que no harĂ­a falta, porque tambiĂ©n viajarĂ­a a Argentina y podĂ­a hacer escala en Chile si fuese necesario —y legal—. Me contestĂł que no era buena idea, porque en Chile vivĂ­a su mujer. WTF, ¿quĂ© clase de entrevista de trabajo era esta?

3. BLABLACAR: 

TĂș tienes que ir de Huesca a Madrid y no tienes coche ni dinero para ir desde Zaragoza en AVE. Entonces Blablacar tiene la soluciĂłn, porque seguro que hay alguien que hace el mismo recorrido que tĂș, con su coche pero sin dinero para la gasolina. Al final compartĂ­s gastos, os ponĂ©is de acuerdo con la mĂșsica y vĂĄis de chĂĄchara todo el viaje. 

Hace un par de años llevĂ© a un chico en mi coche. Tuvo tanta paciencia con la otra pasajera, mi bĂłxer Luisita, que prĂĄcticamente me enamorĂ© de Ă©l. Le hice un interrogatorio exhaustivo todo el viaje, hasta que me dijo que tenĂ­a novia y subĂ­ el volumen de la mĂșsica dando por terminada la conversaciĂłn.

Y mi amiga Sara viajĂł con tres chicos de Valencia a Barcelona, los cuatro vivĂ­an en Barcelona desde hacĂ­a muy poquito y recientemente lo habĂ­an dejado con sus parejas. Les pareciĂł una gran idea compartir coche y compartir grupo de whatsapp de "singles valencianos en Bcn", hasta que Sara recibiĂł un mensaje por fuera del grupo que decĂ­a: «Si quieres dejar de ser single, podemos ir a tomar algo». Ahora Sara va en tren a su pueblo. 

4. AIRBNB:

Te sobra espacio en casa, pero te falta salario para pagar el alquiler. Y si, como a mí, no te gusta compartir de manera permanente, o de vez en cuando necesitas esa habitación extra (no os hacéis una idea de la cantidad de visitas que recibo al año), la solución estå en Airbnb. Llevo haciéndolo desde hace un año y este tema merece un post aparte. Pero ya os conté de aquel francés que se hizo el loco, podéis revivir aquel momento épico en el post O follamos todos, o la puta al río. Definitivamente, esta es de las aplicaciones para ligar alternativas que mås me gustan, porque quitando esa mala experiencia, he sido anfitriona de historias de amor bien bonitas.

5. COUCHSURFING: 

Es parecido a Airbnb, pero mĂĄs por amor al arte, es decir, su versiĂłn mĂĄs altruista. Se trata de abrir las puertas de tu casa a aquellos viajeros enrollados, pero de bajo presupuesto y a los que no les importa dormir en tu sofĂĄ. O de ir a casa ajena con todo tu morro y agradecimiento. Mi hermana y yo lo hicimos una vez, fuimos a casa de un italiano muy simpĂĄtico que nos paseĂł por Cinque Terre todo el dĂ­a, pero por la noche no pudimos pegar ojo, porque el chico tenĂ­a turbias intenciones con nosotras. 



TambiĂ©n tengo un conocido que recibe gente en su casa. SĂłlo chicas. Y tiene el tupĂ© de enfadarse si alguna no quiere acostarse con Ă©l, "porque duermen gratis, quĂ© menos". QuĂ© menos, que se trata de abrir las puertas de tu casa, no las piernas de las inocentes viajeras, so cabrĂłn. 

6. ALQUILER DE HABITACIÓN: 

Cuando buscas compañero de piso, se trata de encontrar a alguien afĂ­n a ti en cuanto a la convivencia. Pero podrĂ­amos tratar a las pĂĄginas o apps de alquileres como cualquier otra aplicaciĂłn para ligar alternativa, como le pasĂł a mi amiga Sonia, que al enseñar el piso a diez candidatos, dos de ellos la invitaron a ir de copas. QuizĂĄs no es un buen comienzo para que te acepten de coinquilino, ¿no crees?

CuĂ©ntame tĂș, ¿has usado alguna aplicaciĂłn para ligar alternativa? ¿Han intentado ligar contigo por medios no convencionales?

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Soy Sofi Bucca, argentina, soltera y feliz. Me enamoro seguido, tengo la risa floja y en alguna vida pasada fui pez. Creo en el mundo sin fronteras, en la energĂ­a, el kharma y en las buenas personas. Escribo sobre relaciones humanas e intentos de ellas. Y sobre lo que me apetece que no estĂĄ relacionado con relaciones, vamos, que escribo cosas...

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