Amigos, vengo de comer en Mc Donalds. Es 27 de diciembre. Oh, sĂ, aĂșn me quedaba hueco para una hamburguesa con sus patatas y su ketchup correspondientes. ¿Que cĂłmo lo hago? Sencillo: he comido tanto estas Navidades que mi estĂłmago ha dado de sĂ. Ahora mismo estoy pensando en merendar el brownie con dulce de leche que me ha dejado mi hermana en la nevera. Y esto no acaba aquĂ, porque cuando crees que ha pasado la Navidad, viene fin de año, y cuando te estĂĄs recuperando de la resaca, zazca: los reyes.
No me faltan motivos para convertirme en ayudante de Grinch, pero no me preguntĂ©is por quĂ© cada año acabo calzĂĄndome los cuernos de reno con cascabeles (aquĂ a una muy digna le importa un pimiento que los cuernos puedan representar infidelidades) y esperando ilusionada que se hagan las 12 para abrir mis regalos, que no son ninguna sorpresa porque ya me encargo yo de hacer saber a mis seres queridos lo bien que me vendrĂan esas mallas para yoga o esa botella con forma de pez.