El pez que se muerde la boca
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Home Archive for 2018
Quería escribir algo para cerrar el año, mås por acabarlo escribiendo que por tener presencia en esta vorågine de balances del año, propósitos de año nuevo, comilonas, compromisos y consumismo en la que nos vemos todos, toditos, envueltos. Y es difícil pensar qué escribir con tantas luces navideñas, el "creo que mi padre es un elfo" repitiéndose una y otra vez y la cara grasienta que tengo de comer tanto Suchard. Pero... hay un tema que me tiene preocupada en estos días, paso a desarrollarlo.

Creo que hacen faltan mĂĄs detalles en nuestro dĂ­a a dĂ­a. Pequeños gestos que nos sacan una sonrisa, nos reconfortan en el momento oportuno, que tienen sentido y significado. Porque tener pequeños detalles, es un GRAN detalle. 



Hace un tiempo me escribiĂł un mensaje una prima de Argentina con la que casi no tengo relaciĂłn. El mensaje ponĂ­a "Hola, Sofi. Que tengas un buen dĂ­a". Y pensĂ©: Ă©sta necesita algo. Pero tras preguntar desconfiada, me dejĂł descolocada saber que no, que solo querĂ­a desearme un buen dĂ­a. Me sorprendiĂł que hubiese tenido un detalle bonito. Y ese dĂ­a, fue un buen dĂ­a. 

No sĂ©, quizĂĄs soy mĂĄs ingenua o mĂĄs romĂĄntica para estas cosas. Pero creo que se puede hacer mĂĄs feliz a la gente que nos rodea, dedicĂĄndonos a pensar un minuto en algo que suponga un detalle. Un detalle puede costar dinero, puede costar esfuerzo o puede costar tiempo. Puede costar mucho o puede ser facilĂ­simo. EstĂĄn al alcance de todos y los tenemos muy, pero que muy olvidados. 

Las tiendas estĂĄn llenas en estos dĂ­as. Gastamos pequeñas y grandes fortunas en regalos. ¿Pero pensamos quĂ© es lo que harĂ­a ilusiĂłn a la otra persona? ¿Por quĂ© le compras otro bolso a tu madre, que ya tiene diez? ¿Crees que vale mĂĄs un reloj que una hora de tu tiempo? ¿Vas a valorar mĂĄs unos turrones de esos caros que unos hechos mano a mano con tu hermana?

Un detalle que no olvidarĂ© nunca, es el regalo de boda que me hicieron mis amigas de Argentina y mi familia: vinieron a la boda. Otro gran regalo que me hicieron fue un cepillo de dientes a modo de "esta ahora tambiĂ©n es tu casa".  TambiĂ©n me regalaron una vez un cuento. Hasta fue un detallazo el de aquel chico que me regalĂł una berenjena en la primera cita. 



Tuve un novio que contactĂł con mi madre, a la que aĂșn no conocĂ­a, para pedirle la receta de mi comida favorita. Me puse a llorar cuando abrĂ­ la puerta de casa el dĂ­a de mi cumpleaños y olĂ­a al pollo de mi madre. En cambio, hubo otro novio que me dijo que para Ă©l no eran especiales los cumpleaños y no me regalĂł nada. No entendiĂł que no debĂ­a ser especial para Ă©l, sino para mi. 

Los detalles que no vienen en forma de regalo, que poco los valoramos. Un "¿cĂłmo te fue en la entrevista?", un "pasaba por aquĂ­ y vine a darte un beso". Una sopa calentita para pasar la gripe. Una flor en la bandeja del desayuno. Una postal escrita de puño y letra. Un abrazo porque sĂ­. Una foto de un pez "porque me he acordado de ti". Un brindis por la amistad, un silencio cuando no hacen falta palabras. Visitar a tu abuela. Llamar por telĂ©fono a alguien sin avisarle antes por whatsapp que lo harĂĄs. Un apretĂłn de manos en grupo antes de salir al escenario. Un "cĂłmo te brillan hoy los ojos". 



No me pondrĂ© propĂłsitos incumplibles para este año. 
No voy a desear feliz año. 
HarĂ© que sea feliz. 
¿Te sumas?
—PodrĂ­as tener 7 cuñados.
—Pero si sĂłlo tengo una hermana...
—No me has entendido...

Somos ocho hermanos. Familia numerosa. SĂ­, todos del mismo padre y de la misma madre. SĂ­, mis padres tienen tele en habitaciĂłn, pero se quieren mucho. Y sĂ­, soy la mayor de ocho, cinco chicas y tres chicos. 

WOW. 

Fuente: https://tiendavinilosdecorativos.com

Tener ocho hermanos mola mucho. Todo son ventajas, en todos los sentidos. Incluso lo que crees que es terrible, a la larga es una ventaja. Nosotros compartimos todo, aprendimos a ser tolerantes, a esperar, a ceder, a organizarnos, a ser flexibles. Ahora valoramos mĂĄs que nadie cosas como el silencio o la intimidad.

Mis santos padres merecen un monumento. No solo tienen mucho, pero muchísimo amor, también son perfectos coaches, mediadores, tienen paciencia infinita (bueno, casi), son líderes de equipo. Ambos saben cocinar en grandes cantidades, hacen de chófer todos los días, coordinan las agendas de 10 personas a la perfección, reparten tareas y se acuerdan de todos los nombres aunque a veces tengan que decir otros cinco antes de acertar con el mío.

Nos reĂ­mos de las familias numerosas de España, que tienen descuentos a partir del tercer hijo, incluso para ir al Mc Donalds. En Argentina eso no pasa, no hay tantas ventajas, pero en el cole Ă­bamos becados a partir del 5to hermano... ¡¡y nosotros lo conseguimos!! Lo nuestro es familia numerosa, lo demĂĄs son tonterĂ­as.

Aprendimos que ir a bañarse el primero interrumpĂ­a los juegos, pero irse a bañar el Ășltimo implicaba quedarse sin agua caliente. Que si te duele la panza, mi madre te manda al baño. Da igual que te duela el estĂłmago, el ombligo o tengas apendicitis: "andĂĄ al baño".

Autor desconocido (si es tuya la imagen, avĂ­same por favor)

Que no puedes robarle los calcetines a nadie, porque todos llevan las iniciales de cada uno cosidas. El tema se complica con las M, que estån repetidas, pero ahí tienes que distinguirlos por tamaños.

Ser la mayor es una responsabilidad extra. Tengo un måster en cambiar pañales y dormir bebés. Y hace que me sienta muy cómoda con esto de no tener hijos ni planes futuros de tenerlos, porque yo ya he criado niños.

TambiĂ©n soy experta negociadora. Gracias a los mayores —y a que mis padres se hacen mayores—, los pequeños tienen mĂĄs libertades. Yo iba al cole casi agonizando. Mi hermano pequeño tiene un dolorcito en el dedo pulgar y mi madre le pide que se quede en casa a descansar.

Tenemos un grupo de whatsapp, que me mantiene al dĂ­a de la rutina familiar a pesar de estar lejos. El mensaje mĂĄs habitual es el de mi madre: «Hoy hay asado, ¿quiĂ©n viene a comer?», con sus 8 respuestas. El segundo mensaje mĂĄs popular es el de cada sĂĄbado: «¿Hoy puedo usar el auto?». TambiĂ©n tenemos un GIF de mi madre acomodĂĄndose el pelo (lleva el mismo corte de pelo desde hace 30 años), que nos flipa y lo mandamos bastante seguido y no podemos evitar reĂ­r cada vez que lo volvemos a ver.

Debajo de cada cama, hay otra camita con ruedas para invitados. Porque mis padres no tienen suficiente con 8 hijos. Les encanta tener gente en casa, todos nuestros amigos, novios y novias estĂĄn siempre tienen las puertas abiertas. Aunque los novios tienen que dormir con los hermanos, por supuesto.

IlustraciĂłn de @Toita


Cuando viajo a Buenos Aires y asomo la cabeza por la puerta de llegadas del aeropuerto, siempre hay una pequeña multitud esperĂĄndome. Lo que aĂșn no tengo claro es si me esperan con ilusiĂłn a mĂ­ o a la Nutella que traigo en la maleta junto con todas las mantas de aviĂłn que robo y ellos coleccionan en el sofĂĄ de ver la tele.

El tema de las comidas en familia es un tema aparte. Para empezar, cada yogur estĂĄ contado, no puedes comerte ni uno a deshoras, porque luego alguien se quedarĂĄ sin por tu culpa. Los invitados son siempre bienvenidos y la mesa del comedor es inmensa, pero hay que avisar con tiempo, sino todos comeremos un poquito menos.

Tenemos todo un protocolo en la mesa, nuestra bisabuela estarĂ­a orgullosĂ­sima. Si alguien pincha un bocado y osa llevĂĄrselo a la boca antes de que todos tengamos la comida servida, se escuchan 9 voces que gritan al unĂ­sono "¿por quĂ© estĂĄs comiendo?". Estamos todos deseando decirlo, disfrutamos como enanos cuando alguien come antes de tiempo.

También tenemos una capacidad de medición milimétrica y parece que va a estallar la 3ra guerra mundial cuando uno recibe un trozo de tarta medio centímetro mås ancho que el de los demås. Y esperamos a que todos acaben y mi madre ofrezca a repetir para estirar los platos.

La putada es cuando se te olvida que al coger la botella del agua (en mi casa solo se bebe Coca Cola, cerveza o vino los domingos especiales), tienes que servirle agua a los otros 9 comensales. Y como sirvas la Ășltima gota, ademĂĄs te tocarĂĄ levantarte a por mĂĄs.

También tenemos comidas especiales de nuestra familia, propias de economía de guerra. Cuando no hay salsa, comemos espaguetis con ketchup. Cuando hay salsa, también los comemos con ketchup porque al final nos encanta. Comemos huevos fritos con patatas los viernes por la noche, cuando somos poquitos (porque la mayoría sale). Los såbados por la noche se cena "pic-nic", es decir, picamos lo que haya sin poner vajilla ni liarnos a cocinar. Las ensaladas son especiales, cada ingrediente va en un bol distinto, como en un buffet libre, para que cada uno pueda eliminar lo que no le gusta fåcilmente. Mi padre odia la cebolla, por lo que nosotros no probamos la cebolla hasta que nos vamos de casa.

Autor desconocido (si es tuya la imagen, avĂ­same por favor)

Yo nunca tuve una consola hasta que me casé con un chico que tenía la PlayStation. Como él casi no la usaba, me pareció lo mås justo quitårsela y dårsela a mis hermanos que la veían como un tesoro. Tampoco teníamos tele familiar. Había solo una tele vintage en la habitación de mis padres y teníamos que escoger muy bien lo que queríamos ver, porque solo nos dejaban usarla durante una hora al día. Y sentaditos los ocho en el suelo, porque ay de tí si te pillaban sobre la cama impoluta de mis padres.

Tampoco tenĂ­amos ordenador al principio. UsĂĄbamos uno de mi padre del trabajo, con estricta supervisiĂłn. Hasta que me comprĂ© uno a los 18 años con mi primer sueldo decente, y eso fue la perdiciĂłn de la familia. Aunque era mĂ­o, tenĂ­amos turnos para usarlo y peleas varias por esos turnos. Ahora en casa tenemos un locutorio montado, cada uno tiene un ordenador, pero todos usamos la cuenta de Netflix de mi hermano, que como solo tiene 4 usuarios, tambiĂ©n provoca peleas cuando alguien se pone a ver la serie que tĂș estabas a punto de acabar.

Yo fui una privilegiada, porque ademås de ser la mayor de los 8, también soy la nieta mayor por parte de madre y de padre. Fui la afortunada que siempre estrenaba ropa y mis uniformes del cole siempre fueron nuevos. Pero mis pobres hermanos han sufrido lo de heredar toda la ropa usada. La segunda, que también estrenó algunas cosas, como esos vestiditos que mi madre nos compraba iguales, se pasaba años con los mismos vestidos, porque cuando los suyos le iban pequeños, le tocaba ponerse los míos heredados.

Ahora no dejo pasar una semana sin comer en un restaurante. Esto se debe a mi trauma infantil seguramente, porque era inviable que fuĂ©ramos todos a comer o cenar fuera. Aunque sĂ­ que fuimos algunas vez. Recuerdo al menos las Ășltimas cuatro veces, cuando nos invitaban nuestros padres a comer una parrillada. Todo era sospechoso. Pero la experiencia me hizo aprender que cuando Ă­bamos fuera y mi madre empezaba con el "tenemos algo que contarles"... todos sabĂ­amos que venĂ­a otro hermanito en camino.

Otra cosa genial en una familia numerosa es la elecciĂłn de los nombres. Todos votĂĄbamos como se llamarĂ­a el siguiente hermano. Aunque daba igual la votaciĂłn, porque luego mi padre le ponĂ­a el nombre que le inspirara la cara de la nueva criaturita. TambiĂ©n tenemos conversaciones muy largas sobre los nombres de las mascotas que tendrĂ­amos, aunque solo hemos tenido dos perros porque todos queremos animalitos, menos mi madre, que al final es la Ășnica que los cuida. Nuestro Ășltimo perrito se llamaba Rocco, que era el nombre que querĂ­amos ponerle a nuestro hermano pequeño. Menos mal que fue el nombre del perro, porque hasta que no me vine a Barcelona no sabĂ­a quiĂ©n era Rocco Siffredi. Incluso tenĂ­amos nombres para los coches: Rayo McQueen, Wachipola, Kaki, etc.

El tema transporte es otra cosa peculiar en una familia como la nuestra. Aunque lo suyo hubiese sido tener un bus, tenĂ­amos un coche familiar. OcupĂĄbamos las dos filas de asientos traseras y algĂșn pobre desgraciado tenĂ­a que ir al cole en el maletero entre las mochilas de todos. Lo loco era cuando nos Ă­bamos los 10 de vacaciones a Bariloche, a unos 1.600km de casa. Apretujados en una furgo pequeñaja, cantando las 14 horas de viaje canciones de Laura Pausini y Abba, con las maletas y un kayak en el techo. Todo un show.

Autor desconocido (si es tuya la imagen, avĂ­same por favor)

No sĂ© si esto pasa en otras familias, pero tenemos frases propias. Las clĂĄsicas son "¿Yogur para tomar o para beber?" y "¿Un heladito? ¿Mmm, mmm?". Pero tambiĂ©n habĂ­a un ritual de celebraciĂłn para cuando mi padre volvĂ­a de algĂșn viaje y traĂ­a chocolates del duty free, entonces todos bailĂĄbamos alrededores de la mesa del salĂłn gritando "Bom-bon-citooooooo". TambiĂ©n un idioma propio, somos de familia italiana, pero casi ninguno lo habla muy bien, aunque nos parecĂ­a que decir "papiri, papiri" sonaba genial y tenĂ­amos una palabra comodĂ­n para cualquier situaciĂłn que era "warriloquet", aĂșn no sabemos cuĂĄl serĂ­a su definiciĂłn. 

Los aspirantes a cuñados de nuestra familia sufren. Y no me extraña, porque entrar a una familia como la nuestra es difĂ­cil. Tienes que pasar largos interrogatorios incĂłmodos. La Ășnica cuñada oficial que tenemos ahora (la mujer de mi hermano), tuvo que responder preguntas del tipo "¿haces pipĂ­ en la ducha?". A mi primer novio le pusieron un mote porque era sobrino de un polĂ­tico y fue imposible conseguir que lo llamaran por su nombre.

Adoro a cada uno de mis hermanos y soy feliz de tener la mejor familia que se pueda tener. 

¡Gracias family!


Procastinar: 
1. Postergar, posponer
2. La acción o el håbito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones mås irrelevantes o agradables
3. Eludir responsabilidades por simple pereza. Ejemplos: ir a la nevera cuando tienes que estudiar, revisar redes sociales en lugar de trabajar, mirar documentales de leones cuando la montaña de ropa por doblar es casi tan alta como tĂș. 


¿Te acuerdas de aquel dĂ­a? SĂ­, aquel en el que te diste cuenta de que estabas enamorado. Que esa era la persona para ti. No sentĂ­as mariposas en el estĂłmago, sentĂ­as paz. Esa persona a la que querĂ­as tanto te estaba haciendo mĂĄs feliz de lo que ya eras tĂș solo. ¿Te acuerdas de esa sensaciĂłn de plenitud?

Ahora dime, ¿te acuerdas de lo que sentiste al dĂ­a siguiente? ¿Y al mes?

Yo sĂ­ lo recuerdo. Recuerdo querer que se parara el tiempo y sentir que un fin de semana entero para una primera cita, nunca serĂ­a suficiente. Recuerdo esperar embobada esos mensajes de buenos dĂ­as, de buenas noches, de "mira el bocadillo que me estoy comiendo" y de "algĂșn dĂ­a vendremos a este sitio juntos". 

Recuerdo que lo quise mĂĄs que nunca aquel dĂ­a en que me contĂł algunos de sus secretos. Y lo que lo querĂ­a cada vez que lo veĂ­a luchar contra ellos, aĂșn sin poder contĂĄrmelos. 

Recuerdo como si fuera ayer el dĂ­a en el que yo lo elegĂ­. Yo bailaba con aquel italiano, mientras lo miraba de reojo sonreir y mirarme tambiĂ©n con disimulo. Ese dĂ­a supe que nada me harĂ­a mĂĄs feliz que seguir mi vida a su lado. 

Recuerdo cuando quise poner en palabras el sentimiento de "echar de menos" cuando me fui a Argentina sin Ă©l. No fui capaz, pero sĂ­ supe aquel dĂ­a, que habĂ­a encontrado a la persona con la que volverĂ­a allĂ­ algĂșn dĂ­a, eso son palabras mayores, crĂ©eme. 

Ese dĂ­a que lo miraba barrer mis Ășltimos supiros en aquel que fue mi refugio en mis poquitos años de soltera como adulta, uf... no lo olvidarĂ© en la vida. Esas emociones tan contradictorias que iban de la pena por lo que dejaba atrĂĄs y la ilusiĂłn de lo que podĂ­amos empezar a construir juntos. 

Y puedo recordar el paso de los meses juntos. Recuerdo tambiĂ©n, cuando ya no esperaba embobada esos mensajes. Recuerdo mirar horas la pantalla, verlo en lĂ­nea y reemplazar la sonrisa boba de aquellos dĂ­as por la mirada triste de quien espera algo que ya no llega. 

Recuerdo cuando empecĂ© a llorar. Lo que doliĂł aquel regalo de cumpleaños que llegĂł tan tarde. Recuerdo sentirme triste, cada vez mĂĄs. Recuerdo el daño de saber que no era suficiente, que no era tan especial, que no era la Ășnica...

Unos meses mĂĄs y me cuesta olvidar sus ojos llenos de lĂĄgrimas mezcladas con cualquier cosa menos amor. Cargar mis maletas en el ascensor, para empezar otra vez sola en otro lugar. Como si fuera ayer, aquellos dĂ­as en los que deseaba mĂĄs que nunca que el abrazo que necesitaba viniera de la persona que me habĂ­a hecho tanto daño. 

TambiĂ©n recuerdo subirme a aquel aviĂłn de su mano, en ese viaje que hoy que me pongo cursi, llamarĂ­a viaje a la segunda oportunidad. Esas tres semanas en las que reĂ­, disfrutĂ© de Ă©l y de mi, allĂ­ lejos, sin nada mĂĄs que nosotros mismos. Esas semanas en las que volvĂ­a a elegirlo, aĂșn sabiendo que serĂ­a difĂ­cil. 

¿Te acuerdas de aquel dĂ­a en ese autobĂșs de madera en Bangkok? MirĂ© hacia atrĂĄs y allĂ­ estabas, cĂĄmara en mano, inmortalizando ese momento... de paz. 



¿Por quĂ© lloras? Esa persona te hizo feliz aquel dĂ­a, sonrĂ­e porque momentos como esos son posibles, vendrĂĄn mĂĄs. Hoy toca volver a elegir. Recuerda, pero elige cuĂĄles serĂĄn los recuerdos que te harĂĄn salir adelante. Sabes que ahora que hay que volver a empezar, serĂĄ mĂĄs fĂĄcil hacerlo con el impulso de los buenos momentos...
Me puse las pilas escribiendo mi primer libro, que quiĂ©n sabe cuando verĂĄ la luz, pero el caso es que no me deja tiempo para escribir posts. A eso sĂșmale que tampoco estoy en una etapa muy inspiradora de esta vida como para escribir cosas divertidas y graciosas en favor de vuestras carcajadas, por lo que este año... este blog tambiĂ©n se toma vacaciones. 

¡Vamos a desconectar, refrescar, renovarnos y recargarnos! "Vacacionad" vosotros tambiĂ©n de mĂ­ y traedme vuestras historias de amores de verano (o de invierno para mis queridos lectores del hemisferio sur) para que inauguremos nuevas secciones a la vuelta (ya os contarĂ© algĂșn que otro proyecto para el curso que viene). 

Pececitos de mi alma y mi corazĂłn, os veo a la vuelta, por allĂĄ a mediados de septiembre. Si alguno anda por Singapur o Tailandia, me ve por allĂ­ con pelos de loca, un color de piel deslumbrante, un bikini fosforito y una libretita negra... ¡¡que me traiga una cervecita y me de dos besos!! Y si tenĂ©is algĂșn tip fuera de lo normal sobre estos destinos, por favor os lo pido, dĂĄdmelo (todo el research habitual, lectura de guĂ­a de viaje y blogs de viaje amigos ya los tengo mĂĄs que masticados). 

¡Ah! Recordad que a veces publico cositas no muy relevantes en Instagram, pero que me hace mucha ilusiĂłn cada nuevo seguidor. Y allĂ­ podrĂ©is seguir mis tonterĂ­as asiĂĄticas... @roundtheworldfish 

¡Hasta pronto!


Hay mal humor por las mañanas. Todas las mañanas. Solo desayuno los sĂĄbados y domingos, porque el resto de los dĂ­as voy tarde. SĂ­, soy de las que llega siempre impuntual. Acumulo los desayunos pendientes de toda la semana y el sĂĄbado no me basta con un par de tostadas. Me gusta comer casi tanto como me gusta el sexo. Encuentro placer en comer medio gramo de foie a la plancha. SĂ­, pobres patos, pero me gusta. 

No voy a la peluquerĂ­a, pido a todas mis amigas que me hagan las mechas y el pelo me lo corto solita. Y asĂ­ se queda, a trasquilones, sin forma, pero tambiĂ©n sin gastar dinero. Tampoco me pinto las uñas ni me depilo las cejas. Y una vez hice un curso de manicura y pedicura porque tuve un centro de estĂ©tica. A los 26 años tuve un centro de estĂ©tica. No sĂ© en quĂ© estaba pensando cuando lo abrĂ­, ni porque me asociarĂ­a con mi ex marido ni con mi ex mejor amiga. Lo que tampoco sĂ© es por quĂ© tengo un ex marido, lo de ex lo sĂ©, la parte confusa es la de haber tenido marido. Ni sĂ© tampoco por quĂ© ya va la tercera ex amiga que acumulo. Me faltan dos para hacer como con los desayunos y zampĂĄrmelas el sĂĄbado a todas juntas. 



Me encantan los perros y aĂșn lloro cuando me acuerdo de Luisita. De Luisita y lo mala cuidadora de perros que fui, que tuve que darla en adopciĂłn. Me rĂ­o de la gente que en la frase anterior hubiese dicho "mami perruna". Me rĂ­o de mucha gente, como de los que no asumen la edad, me rĂ­o de los poetas cutres, de las instagramers a las que intento imitar sin medio follower de resultado, de las madres que creen que los demĂĄs estamos encantados de ver doscientas fotos diarias de sus hijos y tambiĂ©n me rĂ­o de los que confunden amor propio con egocentrismo, egoismo y masturbaciĂłn. WTF, son mis siglas preferidas. 

Lloro mås de lo que debiera y culpo a mis padres por sentir culpa por cosas tan tontas como tirarme un pedo. Oh sí, a veces me tiro pedos. Y a veces también soy culpable. Otras veces no, pero pido perdón porque me da pereza seguir discutiendo. Ah, la pereza, que sería de mi sin la pereza. Probablemente sería presidenta o algo. Porque realmente soy lista, pero perezosa. Por eso no estudio, por eso no creo, por eso no progreso, por eso no ahorro, por eso veo tantas series en Netflix y el sofå de mi casa nueva ya tiene la forma de mi culo. Es una gran forma porque tengo un gran culo. Y no lo digo yo, eh, que me ha tocado escuchar alabanzas de mi culo unas cuantas veces. Lo que no he escuchado mucho son alabanzas menos físicas, pero bueno, cada uno tiene el culo que tiene y el mío es estupendo, para que negarlo.


Voy a una psicĂłloga porque no puedo resolver sola mis dramas. La psicĂłloga tampoco me los resuelve, pero me ayuda a pensar. Es importante tener un guĂ­a de pensamiento. Yo tengo dos, mi psicĂłloga y Juan Nepomuceno, pero el segundo es mĂĄs duro cuando ve que hago las cosas como el culo (un gran culo, por cierto) y entonces yo le cambio de tema. Porque no me gusta escuchar cosas feas. Miento cuando digo que me gustan las crĂ­ticas constructivas. Es mentira. Digo muchas mentiras. Y como las digo yo y se pensarĂĄ el ladrĂłn que todos son de su condiciĂłn, estoy rodeada de mentirosos. 

Cargo cuernos no superados. De pequeña se enamoraban todos de mĂ­. A veces pienso en volver a ponerme brackets, porque quizĂĄs ahĂ­ estaba la clave. En sentirme bien a pesar de los hierros. TambiĂ©n cargo desĂłrdenes alimenticios y adicciones varias, todo muy sano, pero oye, aĂșn no tengo ni una sola estrĂ­a. Lo que tengo son unos pies de puta pena y debilidad por comprarme zapatos. Ahora la tengo controlada porque soy pobre. Solo tengo un bolso. Me jacto de ser la Ășnica mujer que conozco que solo tiene un bolso. Se me rompiĂł hace poco y tuve que comprar un suplente en el chino. Pero el suplente es verde y no me combina con casi nada, asi que le encarguĂ© a mi hermana que me compre un bolso igual a "el bolso", que es de un mercadito de Florencia, asĂ­ que cuando me llegue ya no podrĂ© jactarme de tener uno solo. TendrĂ© que tirar el verde por principios.



A decir verdad, tampoco es que me gusten tanto los peces. No tiene explicaciĂłn. Simplemente, montĂ© un centro de estĂ©tica que tenĂ­a peces de esos que te quitan las pieles muertas de los pies. Es mentira tambiĂ©n, no te las quitan, solo hacen cosquillitas, efecto placebo y la piel se te ablanda porque la tienes en remojo. Pero bueno, no sĂ©, la gente pensĂł que me gustaban los peces y ahora me he acostumbrado a vivir entre cosas de peces, que a la fuerza me acabaron gustando mucho. Tanto que de ahĂ­ viene el nombre de este querido blog y es tambiĂ©n un juego de palabras con mi apellido, ya que muchos preguntĂĄis. 

TambiĂ©n tengo un tattoo con un pez, que no me cansa tanto porque lo tengo en la espalda y no puedo verlo a diario. El que si me cansa es el del sĂ­mbolo del karma que lo llevo en la muñeca y estĂĄ mal hecho y eso me irrita cada vez que lo veo. AdemĂĄs me irrita el karma porque debo estar haciendo algo muy mal para recibir tanta mala leche o es que en breve me tocarĂĄ el Euromillones, pero me estoy impacientando. Otra cosa que me irrita es que lo primero que veo cada mañana desde mi casa nueva al abrir la persiana es ese gigantesco hotel en el que me casĂ©, en plan burlĂĄndose de haber hecho semejante estupidez. 



Tengo una crisis vocacional fuerte. Como la crisis de los cuarenta, pero de los treinta y tres. Un dĂ­a quiero ser profesora de yoga, al dĂ­a siguiente estudiar cocina, al otro quiero dedicarme a escribir, al cuarto dĂ­a me matriculo en la universidad para empezar turismo, al quinto quiero un hostel en alguna playa tailandesa, al siguiente quiero ser camarera y al sĂ©ptimo dios creĂł al hombre. Y con el hombre se desencadenan el resto de mis crisis. Maldita la hora en la que se cruzĂł el primer chico que me gustaba por delante. 

En fin, no sĂ© a que viene todo esto. Es solo por contarte unas cuantas cosas de mĂ­, que seguro que no sabĂ­as. Para que te acuerdes cuando me juzgues, que no tienes derecho a hacerlo. Ni a juzgarme ni a lastimarme ni a tocarme el culo. Que la prĂłxima vez que me hagas daño, porque soy sensible y me hace daño hasta un flotador con forma de cactus, recuerdes que Ă©sta es Sofi, y que si se pone guerrera... a ver como te las apañas con sus desayunos pendientes, sus desvarĂ­os, sus letras, sus peces y sus ganas de mandar todo a la mierda para vivir debajo de una palmera. 

OjalĂĄ fuera todo mĂĄs simple...
La historia de mi primer novio tiene historia. Pero historia de la que se estudiarĂĄ en el cole algĂșn dĂ­a.  Era diciembre 2001, pleno caos de corralito argentino. Para que os pongĂĄis en situaciĂłn, era esa Ă©poca confusa en la que de repente De la RĂșa, que era nuestro presidente electo, dimitiĂł en medio de una crisis terrible, los bancos de un dĂ­a para otro cerraron con todo nuestro dinerito dentro y la cosa estaba tensa, muy tensa. Yo tenĂ­a 16 añitos, no era muy consciente de las repercusiones reales de la crisis, por aquel entonces no tenĂ­a nada de dinero, no habĂ­a pisado un banco en mi vida y mi Ășnica relaciĂłn con el mundo laboral era durante los veranos en la empresa de mi padre. AsĂ­ que lo Ășnico que veĂ­a como crĂ­tico es que vivĂ­amos en un barrio algo conflictivo donde habĂ­a bastante gente que, ante el pĂĄnico general, la idea terrible de pasar hambre y por aprovechar la oportunidad, salĂ­a de saqueo como quien sale a echar una cervecita. Era peligroso salir a la calle, porque saqueaban los supermercados, pero tambiĂ©n te "saqueaban" el mĂłvil que llevaras (si eras afortunado y tenĂ­as un startac de aquellos con antena desplegable), la cadenita de tu primera comuniĂłn, la bicicleta rosa en la que andabas y se llevaban tus nike que habĂ­as comprado con los ahorros de todo el año. En este contexto social nos pasamos aquel mes de diciembre prĂĄcticamente encerrados en casa viendo las noticias.

(un poco de humor para aquella desgracia)
Un par de dĂ­as antes de que comenzara a reinar el caos en Argentina, fui con mis amigos a una fiesta de graduaciĂłn. El flechazo lo tuve cuando ya nos Ă­bamos a las tantas de la madrugada de la discoteca (sĂ­, en Argentina los menores van a las discotecas de mayores). Nos pasamos rĂĄpidamente los telĂ©fonos (fijos, no Ă©ramos de los que tenĂ­amos mĂłvil) y me pasĂ© los tres dĂ­as de rigor entre pedida de telĂ©fono-llamada, esperando ansiosa a que sonara para mĂ­ (somos ocho hermanos, os podĂ©is imaginar el ataque de nervios que tenĂ­a cada vez que sonaba el telĂ©fono, que eran muchas). Cuando por fin me llamĂł le contĂ© del miedo que habĂ­a pasado esa tarde en que la ola de saqueos me pillĂł por la calle sin enterarme de nada. TambiĂ©n le contĂ© donde vivĂ­a y varias tonterĂ­as mĂĄs. Y asĂ­ fue como, sin poder hacer mucha vida social y ante la peligrosidad de proponer una cita en el Mc Donalds que probablemente estarĂ­a siendo saqueado tambiĂ©n, se presentĂł en mi casa sin avisar. A mi padre casi le da un paro cardĂ­aco cuando vio bajarse de una furgoneta destartalada a tres chicos sin camiseta preguntando por su hija. Me asomĂ© discretamente por la puerta para que ver que pasaba y allĂ­ supe que este chico serĂ­a el mĂ­o, que atravesar la ciudad con la que estaba cayendo para que lo invitara a pasar y tomarnos un zumo sentados en el salĂłn, con la puerta abierta y ante la atenta mirada de mis padres, eso solo podĂ­a acabar como amor. 



Y sí. Me enamoré perdidamente de ese loco. Todo era magia, todo era bonito, todo era perfecto. Estaba llena de ilusiones y no podía creerme la suerte que tenía.



Fue mi primer amor y mi primera relaciĂłn conflictiva. Marcos venĂ­a de una familia muy desestructurada (muy, pero muy) y mi familia lo acogiĂł como uno mĂĄs. TambiĂ©n era un chico sin estudios, habĂ­a abandonado el bachillerato para trabajar, pero tras mucho insistir se apuntĂł al bachillerato nocturno para adultos. Trabajaba desde los 16 años y a los 18 su padre le "regalĂł" un salĂłn recreativo de esos que tienen mĂĄquinas de juegos, lo cual en aquel entonces me parecĂ­a divertidĂ­simo porque me pasaba horas saltando en la mĂĄquina esa en la que tienes que pisar flechas y hacer como que bailas. Visto con perspectiva, no creo que fuera una idea muy brillante darle un salĂłn de esos a un chico de 18 años, que luego acabĂł teniendo problemas serios con el juego. 

Marcos cumple años un dĂ­a antes que yo. Una noche entre su cumpleaños y el mĂ­o nos dimos un regalo muy especial... y aquel fue el fin de mi inocencia. Lo siento, eso no es para explicarlo en un blog. 

Estuvimos juntos dos años y medio. Pensamos en casarnos. Hablamos de llamar Juana a nuestra primera hija y aĂșn tenĂ­amos que definir nombre de niño. Oh sĂ­, en algĂșn momento de esta vida lleguĂ© a pensar en hijos, que cosas... 

Pero... inevitablemente llegaron los problemas al paraĂ­so. Finalmente, entre celos, fiestas, peleas absurdas y tal, acabĂł liĂĄndose con una chica que se llamaba Milka, me lo contĂł arrepentido y yo lo mandĂ© a tomar por culo. LlorĂ© mucho, pero soy muy resiliente y enseguida di el siguiente paso importante de mi vida: hice las maletas y me larguĂ© solita, a mis 19 añitos a ver mundo. Y que mundo... ¡que aĂșn sigo en Ă©l!

Milka se rĂ­e en mi cara...

SĂ­, sĂ­, mis primeros cuernos se llaman Milka, como el chocolate. Como los cuernos de la vaca lila, sĂ­, sĂ­...

Con varios miles de kilĂłmetros y un ocĂ©ano de distancia, fue fĂĄcil superarlo. Supe de Ă©l cuando mi madre me explicĂł que estaba saliendo con la hija de una amiga suya y habĂ­a recibido una llamada para pedirle referencias. Eso os lo explicaba en este post, aĂșn me rĂ­o al recordarlo. Pobre chica, que vergĂŒenza habrĂĄ pasado. 

Ocho años despuĂ©s, ya casada, divorciada, vuelta a ennoviar y tal, recibĂ­ un correo de Marcos en el que me pedĂ­a perdĂłn. Vale que una puede ser algo rencorosa cuando la herida aĂșn duele, pero despuĂ©s de ocho años ya habĂ­a requete-pasado pĂĄgina, le contestĂ© que estaba todo ok y seguĂ­ haciendo la mĂ­a. 



Y despuĂ©s de trece años, hace una semana, se presentĂł en Barcelona y nos tomamos un par de cervezas. Me contĂł cosas sobre el hijo que tuvo, la carrera que hizo, la empresa que montĂł, la casa que se comprĂł y lo bien que le iba la vida. Me dio las gracias porque, gracias a mĂ­, estudiĂł y se convirtiĂł en un hombre de bien. Yo le dije que lo acababa de dejar con mi novio nĂșmero ochocientos, que no habĂ­a tenido hijos porque nunca he tenido una pareja con la que proyectar familia, que tengo un trabajo nefasto, que nunca acabĂ© la carrera y que me habĂ­a mudado a compartir piso a mis treinta y tres años porque mi economĂ­a es penosa. Pero le dije que estaba bien, que era feliz igual, eh. 


A las dos horas de charla, me di cuenta de que yo no querĂ­a seguir hablando con esa persona de mi pasado. Que este chico que decĂ­a conocerme, conocĂ­a a la Sofi adolescente y se estaba permitiendo  el lujo de venir trece años mĂĄs tarde a hacer como si nada hubiese pasado No podĂ­a recordar nada de algunas personas de las que me estaba hablando. No podĂ­a entender de quĂ© adolescencia super guay me estaba hablando,si la que recuerdo yo era bastante mierdosa. No podĂ­a pensar en ningĂșn motivo por el que querer hacerme amiga del tĂ­o que se liĂł con Milka y me rompiĂł el corazĂłn por primera vez. AsĂ­ que lo dejĂ© en su hostel, rechacĂ© su beso que llegaba trece años tarde y me fui caminando a casa. 

Me escribiĂł al dĂ­a siguiente para decirme unas cuantas cosas bonitas. Le dije que no podĂ­a responderle en ese momento. Pero lo cierto es que ya no puedo responderle mĂĄs. Le deseo que le siga yendo igual de bien, allĂ­, lejos y en silencio. Que fue importante, pero que ya fue...



Estaba ayer de vermuteo con amigos y me preguntaban por el blog y cuando actualizarĂ­a con historias recientes. Mi respuesta fue que no me pasan cosas interesantes Ășltimamente. Pero confieso que era mentira. Claro que me pasan cosas, me pasan tantas que no se ni por donde empezar.

Ilustro este post con mis fotis de Insta, a ver si eso os motiva a seguirme por allĂ­, aunque no tenga nada que ver con este post. Jejej, sorry.

Y cuando abra los ojos, que sigas aquĂ­ haciĂ©ndome sonreĂ­r ☺️
Una publicaciĂłn compartida de Sofi (@roundtheworldfish) el 24 May, 2018 a las 1:07 PDT

Tengo un ex novio al que no llamo ex novio porque quizĂĄs vuelve a ser novio, pero como aĂșn no lo sabemos, es simplemente Teo y ahora estamos que no estamos. Eso es una mierda, ya os lo aviso. Porque tienes los mismos problemas que cuando sois novios, solo que sin el derecho a ciertas cosas de cuando sois novios. 

Se acerca el verano y reaparecen los mareadores como setas. Uno de ellos, el mås recurrente, me preguntó "qué fuimos?" y me lo tuve que pensar antes de contestar. Le contesté que estuvimos juntos y fuimos o somos personas que estuvieron juntas. Definición extraña, pero vale para no llamarlo ni ex, ni rollo, ni conocido ni desconocido.

Leer, imaginar, volar, escribir, liberar... đŸ“· www.lolaflor.com .
Una publicaciĂłn compartida de Sofi (@roundtheworldfish) el 14 Abr, 2018 a las 9:23 PDT


Me he mudado. ¿Sabeis el estrĂ©s que implica una mudanza? Pues nada, me he mudado 3 veces en los Ășltimos 5 meses. Espero no tener que volver a mudarme en una temporada larga. Vuelvo a tener mi espacio, mi tiempo y mis cosas en cajas y ahora hay que disfrutar de ello y acomodarlo todo. Por suerte vivo al lado de la playa, sino no se que serĂ­a de mi con el estrĂ©s, el no-novio y los mareadores. 

Me han pasado cosas como la reapariciĂłn de mi primer amor que viene este finde a Barcelona y lo verĂ© (creo, aĂșn tengo que meditarlo), despuĂ©s de 13 años. Me hago la moderna, pero no lo soy y me da perecita recordar, ponerme al dĂ­a y que me cuente de su fantĂĄstica vida mientras que yo apenas he progresado en todos estos años. 

Un antiguo rollo de esos que repiten mucho lo de "no quiero tener novia" me ha contado que tiene novia. Estas cosas me pasan seguido tambiĂ©n. Lo que no quieren es tenerme  a mi de novia. En fin, que sean felices y coman perdices y que no me lo restrieguen por la cara ahora que yo no tengo ni rollos ni novios ni perdices.

Este pez estarĂ­a necesitando algo de playa...
Una publicaciĂłn compartida de Sofi (@roundtheworldfish) el 6 Feb, 2018 a las 2:38 PST



Luego liguĂ© con un chico y una chica en la misma noche. Y me quedĂ© sin el pan y sin la torta porque cuando me di la vuelta se liaron entre ellos. Casi me explota la cabeza esa noche. 

Me pasan mas cosas que no puedo contar en el blog porque hacen daño. Cosas de gente que hace cosas como el culo y sin pensar en los demĂĄs. Cosas de gente decepcionante. Cosas de gente sorprendente tambiĂ©n. Me pasan cosas con gente que me gusta de repente y antes no me gustaba. 

Creo que me pasan demasiadas cosas y lo Ășnico que quiero es tener mi ropa colocadita en el armario, pedir sushi a domicilio y quedarme un finde entero viendo Orphan Black en mi nuevo salĂłn. Sola. 


-sin frase motivacional que justifique las ganas de colgar esta foto, de tener likes y de estar tomando el sol en Ibiza- .
Una publicaciĂłn compartida de Sofi (@roundtheworldfish) el 28 May, 2018 a las 3:15 PDT
Ese momento, minutos, horas de desesperaciĂłn y ansiedad en que no puedes quitar la vista de la pantalla del mĂłvil. Y lees y relees tu Ășltimo mensaje. Ese mensaje que ha quedado allĂ­, huĂ©rfano, sin respuesta. Con su doble check azul burlĂĄndose de ti y recordĂĄndote que has caido, otra vez.

OTRA VEZ.



SĂ­, te ha dejado en visto.

Y tĂș te crees fuerte por un ratito: "No le escribirĂ©. Total, para humillarme con la falta de respuesta. No se lo merece. Si quiere algo ya volverĂĄ."


Pero no vuelve.

Te muerdes las uñas. Revisas todas las redes sociales en las que es posible verlo online. Casi te da un ataque de nervios cuando ves el "escribiendo..." en verde. Pero has mirado mal, no es él.

Lleva horas en lĂ­nea. Hace 14 minutos estaba en Instagram. Le interesa un evento en Facebook. 

Pero no te contesta.


—Hola, me llamo Manolo, soy arquitecto, me gusta el surf, vivo con mi perro y esta es mi libreta de referencias— se presenta el chico, mientras extiende la mano para entregarle la libreta.

Ella la hojea, hace una mueca y pregunta: —La ex nÂș 1 dice que no te duchabas todos los dĂ­as y el rollo nÂș 17 dice que siempre olvidabas casualmente tu cartera para pagar. ¿Y quĂ© me dices de la ex nÂș 3 que te ha pillado tonteando con su mejor amiga? Uf, no tiene buena pinta, aunque la puntuaciĂłn en tamaño no es mala...



Mi querida Lola,

Amiga, que tengas el corazĂłn roto hoy, significa que tienes corazĂłn. Demos gracias porque ese corazĂłn vive, siente. Se ha roto de lo grande que es, por el tamaño que ocupa todo eso bueno que has dado y que te han dado tambiĂ©n. 

Llora. PermĂ­tete el desahogo. Llora conmigo, llora con Ă©l, llora hecha una bolita en el suelo del baño. No te avergĂŒences de llorar. Las lĂĄgrimas purgarĂĄn un poquito ese dolor que sientes. Y tus ojos brillarĂĄn mĂĄs cuando se sequen. Llora amiga, llora.

Amiga, ¡eres una valiente! Te has permitido amar, entregarte, dar. Y eso, en los tiempos que corren, es de valientes, sin duda.


Hoy en dĂ­a, todo soltero que se precie usa el Tinder. Todo emparejado con ganas de que lo dejen pronto, tambiĂ©n. Incluso algĂșn que otro emparejado con aparente consentimiento de la pareja. A estas alturas, ya todos sabemos de quĂ© se trata y no hace falta explicarlo. AĂșn hay quien es algo reticente al respecto y se niega, mezcla del miedo al fracaso, su falta de necesidad (mi ex compi de piso ligaba cada noche en el bar, vamos, que se reĂ­a del Tinder y mis fiascos), o sus fuertes principios e ingenua creencia en la humanidad. 

Tengo cierta atracciĂłn hacia las cosas nuevas y los experimentos sociales, como aquella vez que os contaba de mi "cita a ciegas y a mudas", Pues bien, Tinder sacĂł una nueva funciĂłn y yo debĂ­a probarla; el Tinder Social. Luego la retirĂł, supongo que soy un ejemplo mĂĄs del fracaso en esto del ligoteo en grupo.

Os cuento curiosidades de esto de ligar en tåndem y explicaciones al por qué de su estrepitoso fracaso:


Se avecinaba la boda de Alba y Gerard y, mejor aĂșn, se avecinaban despedidas de solteros. Pensamos que en lugar de invertir en un hombre aceitado meneando el rabo para la homenajeada, irnos de viaje juntas serĂ­a mejor idea. Alba era la primera del grupo en casarse, asĂ­ que pensamos en la despedida como un evento Ășnico. Cogimos billetes con antelaciĂłn, conseguimos un apartamento cerca de la playa, cargamos las maletas de vestiditos y bikinis, le vendamos los ojos y nos la llevamos al aeropuerto con destino Palma de Mallorca.

 

Nuestro plan loco se torciĂł un poco cuando por culpa del tren que iba con retraso pensamos que perderĂ­amos el vuelo y echamos a correr arrastrando a la pobre Alba invidente y estrellĂĄndola contra el carro de maletas de un guiri distraido. Le rompimos un dedo del pie derecho a la novia dos semanas antes de su boda, ¡Ăłle, Ăłle! Tuvimos que cambiar el plan de turisteo diurno y ruta de bares y discotecas nocturna, por algo a tiro hecho: playa diurna, restaurante con reserva y discoteca con entrada por lista.

Yo, que soy tan prĂĄctica y tengo un contacto en cada ciudad del mundo para estas ocasiones, llamĂ© a Marc, aquel chico malote del que os contaba hace tiempo, para que me diera las claves para una gran noche mallorquina. Marc me dio los nombres de las discotecas de moda, nos apuntĂł en una lista para entrar gratis y me dijo que era una pena no poder vernos porque estaba ingresado en el hospital por alguna operaciĂłn de esas tĂ­picas de deportistas. La verdad es que fue genial, nos ahorramos dinero, colas y nos lo pasamos en grande. 

Pero... 

LlamĂ© por la tarde a mi novio de aquel entonces, para contarle como iba todo. Puso el grito en el cielo porque habĂ­a hecho esa estĂșpida e inocente llamada. Lo flipĂ© en colores. Solo habĂ­a hecho una llamada a un antiguo rollete... En fin...


El caso es que al volver a Barcelona, intentĂ© tener algĂșn tipo de diĂĄlogo conciliador con Ă©l. ParecĂ­a que la cosa se estaba solucionando. Le contĂ© nuestras aventurillas mallorquinas y Ă©l me explicĂł poca cosa de la despedida de Gerard en Peñíscola. Hasta que se armĂł la gorda cuando recibĂ­ un mensaje al grupo de las chicas. Todas las novias de los chicos que habĂ­an ido a Peñíscola se pusieron a contrastar informaciĂłn y resulta que a una se le escapĂł que habĂ­an ido al apartamento de unas chicas a hacer botellĂłn o alguna cosa asĂ­. Los chicos habĂ­an hecho un pacto de silencio para que no lo supiĂ©ramos, pero estos pactos no siempre funcionan y las mentiras tienen patas cortas. EncarĂ© a mi chico con el tema, riĂ©ndome de su pacto de silencio. Pero la bomba estallĂł cuando supe por las chicas que el pacto habĂ­a sido para que YO no me enterara. 

La explicación de mi novio fue que no quería dar lugar a malos entendidos, que igual me ponía celosa y blablabla. Lo cierto es que monté en cólera. No por el hecho de que hubiesen ido al piso de fulanita. Confiaba en que no habría pasado nada "grave" en ese piso. Lo que realmente me dolió fue la falta de confianza. Consideré mås grave el hecho de ocultar a conciencia una tontería que la chorrada de haber ido a casa de alguien. Y mås después de haber recibido bronca por una llamada absurda...


La vida es tan retorcida, que esto mismo me volviĂł a pasar en dos ocasiones mĂĄs. 

El siguiente novio que tuve tambiĂ©n hizo un ridĂ­culo pacto de silencio con sus colegas por una tonterĂ­a. Una noche loca que tuvieron, un pollo que se montĂł con la novia de uno, cosas de estas. Le contĂ© esta historia creyendo que me estaba diciendo la verdad y se sintiĂł tan culpable que me confesĂł lo que realmente habĂ­a pasado (que no os puedo contar porque quizĂĄs alguien que aĂșn no lo sabe me estĂĄ leyendo). El Ășltimo pacto que sufrĂ­, por suerte no me tocĂł tan de cerca. Mi chico me contĂł lo que habĂ­a pasado, una de las cosas por las que me gusta tanto, pero sentĂ­ pena por otra pareja que no tiene la confianza suficiente como para contarse lo bien que se lo pasan cuando no estĂĄn juntos. 

Esto me lleva a abrir el debate sobre si ocultar es mentir. Que estoy pesadita con el tema... pero a veces es mĂĄs doloroso el hecho de ocultar que la verdad en sĂ­ misma, ¿no creĂ©is?. Y ojo, que no creo que haga falta explicarlo todo, guardarse cosas para uno estĂĄ bien, es necesario tener cierta intimidad y algĂșn que otro secreto. Solo hay que saber con quiĂ©n compartir secretos y cuando la existencia de los mismos pueda suponer un problema que haga daño a alguien mĂĄs... 

Los pactos de silencio pretenderĂĄn ocultar algĂșn hecho, pero en sĂ­ mismos dicen mucho mĂĄs de lo que ocultan...
Me había propuesto escribir mås este año y mantener el blog activo. No lo grité a los cuatro vientos como propósito de año nuevo, precisamente porque esos propósitos siempre quedan en la nada y a la vista estå, no lo estoy consiguiendo. Pero todo tiene una explicación.

Comencé a escribir este blog hace ahora tres años. Mi ex novio me había hecho sufrir como nadie y solo quería locura, diversión, desenfreno y no quitarme la coraza jamås. Ser soltera era algo nuevo para mí y estaba empezando a descubrir que hay felicidad también en la soltería. Me atrevería a decir incluso que estos tres años he sido mucho mås feliz de lo que había sido en pareja. Y se me ocurrió que podría quedarme así para siempre, de aventura en aventura, de borracheras de finde, de risas, de amigos divertidos, sin tener a nadie con quien discutir. La falta de discusiones da vida, creo que hasta rejuvenece. He llegado incluso a apartar dos amistades tóxicas de mi lado, por eso de no discutir por discutir, que enfadarse nos saca arrugas de las feas.

Y un buen día, tuve una cita que empezó con mal pie, pero salió rodada. Del Tinder, sí, otra mås. Pero esta no sería una que añadir a mi lista de desgracias que convertir en humor en el blog. Una cita de 40 horas tenía que traer algo diferente por cojones.

Teo me rompiĂł todos mis esquemas. Me hizo volver a sentir miedo. Me hizo sentir vulnerable. Y eso solo podĂ­a tener una explicaciĂłn: habĂ­a abierto una brecha en mi coraza y no estaba poniendo los medios para repararla. Todo era fuera de lo corriente, hacĂ­amos cosas juntos y muchas otras separados. Llegamos a un grado de confianza que no habĂ­a tenido nunca con nadie. Y eso que aĂșn tengo mis secretos (y Ă©l los suyos, supongo). Vamos, que me enamorĂ©.


Y cuando te preguntan que es lo que te gusta de Ă©l y no sabes que responder... porque no es que no encuentres algo que te guste, sino que te gusta todo. Y no quieres sentirte absurda enumerando cosas que quizĂĄs a alguien no enamorarĂ­an, pero solo se te ocurre pensar en que te flipa como se le pegan los ojitos por la mañana. Te gusta su constancia para hacerse el zumo cada mañana. Su detalle al montar un ramo de flores. Me gusta como peina a su gata. Y esa cara que pone en cada orgasmo. Me gusta su forma de mirar. Sus besos. Sus ganas de progresar cada dĂ­a. El ejemplo que me da. Que crea en mi, sentir que apoya mi vocaciĂłn y me anima a ponerle mĂĄs esfuerzo. Me gusta lo poco que se enfada con mis locuras y la paciencia infinita que me tiene. Me gusta como mis locuras... ¡incluso le gustan!

Como relame el plato si algo le ha gustado, aunque horrizaría a mi madre. Que bebamos el vino en una sola copa que compartimos. El hambre de yogures, natillas y chocolate que le entra antes de ir a dormir. Me encanta que engorde a mi lado. No hubiese dicho nunca que iba a hacer una de mis listas con comidas para hacerle cada día. Y nada me da mas gusto que dormirme sobre su pecho, aunque luego me pase a la cama a las 3 de la mañana refunfuñando cada noche.

Me gusta como fanteseamos con todo. Con la complicidad sexual que tenemos. Las fantasías con las cosas que haremos, los sitios que visitaremos. Incluso, aunque parece difícil que viajemos juntos, ya no puedo evitar recordar Singapur pensando en él, que no estaba ni nos conocíamos, pero forma parte del recuerdo porque ya no imagino esa ciudad sin pensar lo mucho que le gustaría a él.

Lo que nos reĂ­mos de las stories de instagram de esa bloguer. Lo que odiamos lavarnos los dientes (Miriam, mi amiga ortodoncista ya estĂĄ marcando mi nĂșmero con horror, lo veo venir). Ducharnos juntos y escuchar como se queja de lo caliente que pongo el agua. Me gusta que lo flipe cada vez que tiene que aspirar o desatascar mis pelos de todas partes. Me gustan sus pies. (Y su polla, que bonita es su polla).

Me gustan sus manías. Cada mañana me esfuerzo en recoger el cable de la tostadora, en poner los cuchillos con los cuchillos y las cucharas con las cucharas en el lavavajillas. Cierro la puerta de mi armario para que no me repita que la gata se meterå entre mi ropa. Reciclo el plåstico y bajo la basura cuando me voy temprano. Me gusta que cuelgue las toallas fuera, aunque ahora tengamos menos porque se vuelan. Porque sus manías lo hacen ser mås él... y una mejor yo.

Disfruto con verlo sociabilizar. Es la persona mås abierta que me cae bien. Hasta me hace gracia cuando lo veo ligar, porque se que el premio me lo llevo yo. Me gusta su jersey de niño bueno y sus calzocillos azules y verdes. Desde que lo conozco, después de los peces me gustan los zorros. Me gusta que coma pizza cada semana. Incluso me gusta que me eche broncas porque no llego a fin de mes. Pero después de la bronca me diga de irnos a cenar fuera.


Me gusta no haber ido nunca al cine, ni al teatro, ni a un concierto. Porque ya habrĂĄ tiempo para eso, seguro. Me gusta que le gusten mis amigos y que piense en Manuel cuando probamos un vino nuevo. Me gusta que quiera venir a Argentina. Porque por primera vez, me gustarĂ­a que alguien viniera conmigo. Me gusta que no haya salido de Europa, porque quiero que vea el mundo de mi mano. Me gusta que tenga lejos a su familia y que sea completamente empĂĄtico con la lejanĂ­a de la mĂ­a.

Pasar de ver The Crown, con su reina, su primer ministro y sus caballos ganadores, a ver Altered Carbon o Rick & Morty. Y ese tĂ­o de TV3 que enseña los pueblos y habla a los espectadores como si fuĂ©ramos tontos, me encanta verlo a su lado. Me gusta hacerme la dormida cuando viene a la cama a las tantas y notar como me abraza por detrĂĄs. Y los cinco minutos mĂĄs de cada mañana, que se convierten en una hora. Desayunar juntos, aunque solo sea los domingos. Hacer guacamole y beberme su leche ecolĂłgica. 

Me gusta ir de fiesta, beber juntos y hacer como que bailamos. Me gusta que me cuide cuando estoy malita y verlo protestar como si estuviera muriĂ©ndose cuando tiene un resfriado. Me gustan sus adicciones, aunque corramos el riesgo de acabar tirados en la zanja de atrĂĄs de un club de intercambio, arruinados de apostar e inhalando lo que le ayuda a respirar. Y me gustan las rutinas. No llenar la nevera, pero ir 37 veces al mes al Bonpreu y al Lidl. 

Su sinceridad cuando me habla de forma transparente. Su risa y su forma de hacer el tonto. Me gusta mirarnos juntos en el espejo del ascensor. Su resoluciĂłn y sus ganas de ayudarme en todo. Me gusta como juega con los niños y el respeto que tiene por los mayores. Me flipa su pasiĂłn en las cosas que le gustan. Su adaptaciĂłn al caos que he traido a su vida. Su fuerza. Sus ganas de luchar. 

Y lo que mĂĄs me gusta de todo, es el chocolate con dulce de leche, que juntos seamos Tofi. Que los dos seamos mĂĄs que uno y uno. ¡Feliz cumpleaños guapo!



Hace mucho que no escribo. Bueno, en realidad hace mucho que no escribo nada digno de ser publicado. Empiezo muchos posts y los dejo a medias. 

Tengo por publicar posts sobre un tĂ­o que hacĂ­a ghosting crĂłnico (desapariciones en cadena), sobre un par de italianos y sus citas nefastas y la segunda parte de los tabĂșs absurdos. TambiĂ©n querĂ­a inaugurar la secciĂłn "consultorio" con algunas historias que me han contado algunas lectoras. Tengo a medias varias reflexiones sobre aquellos seres horribles que no tenemos hijos, sobre si ocultar es mentir, las vueltas que da la vida y lo sabio que es el kharma, sobre el uso peligroso de Instagram o sobre los horrores de vivir en pareja. 


Ah sĂ­. Porque ahora vivo en pareja. Porque tengo pareja. Vaya, vaya, la que me tenĂ­a guardada eh...

El caso es que un dĂ­a escribo sobre las maravillas del amor, al dĂ­a siguiente sobre lo doloroso que es tener novio (y tener un pasado), al otro escribo lo moderna que me siento con mi forma de llevar la relaciĂłn y un dĂ­a despuĂ©s sobre lo negro que es el mundo porque estoy triste. 

En fin, todo esto es nuevo para mi, aĂșn estoy descubriendo que lo de tener novio no se me da muy bien y que vivir con alguien se me da aĂșn peor. AĂșn me cuesta creer que alguien aguante mis manĂ­as y mi mal humor sin sentido. Y aĂșn me es muy difĂ­cil asimilar que puede que esto dure. O no. No tengo ni puta idea de lo que estoy haciendo con mi vida, asĂ­ que con este caos mental, no puedo escribir con coherencia. 

Apa, a ser felices que nos lo merecemos. Y a aprender como mejor se pueda. En breve intentaré publicar algo, que lo necesito...
Tenía una cita de esas que prometen. De esas de "te invito a cenar a casa, guiño-guiño". Siguiendo el protocolo de preparación de este tipo de citas, me duché, depilé, maquillé, peiné y perfumé. Elegí un conjunto de ropa interior sexy y ropa casual. Distribuí velitas por el piso estratégicamente y dejé al alcance el papelito del delivery de sushi. Ya casi estaba, pero me faltaba algo importantísimo: la seguridad.

Bajé a la farmacia. Mira si somos tontos, que pedir una caja de condones siempre es un motivo de nervios. Pero, tras un verano algo promiscuo, yo ya tenía por la mano eso de comprar condones de todo tipo. Tenía un rollete que siempre compraba preservativos XL para que la farmacéutica no pensara mal de él, como si llevarse unos eståndar implicara micropene. Y creedme, no calzaba una XL y al final gastaba de los míos que le iban mejor.



—Hola, buenas, querĂ­a una cajita de preservativos de 12 de la marca X
—Lo siento, no tenemos


WTF!

—¿No tenĂ©is de esa marca?
—No, ni de ninguna. No vendemos ningĂșn mĂ©todo anticonceptivo. Por cuestiones morales.


Estaba saliendo con un chico que me gustaba mucho. Bueno, quizås decir "saliendo" es demasiado. Me veía con un chico una vez por semana, una vez cada diez días, cada quince, cada mes. No éramos nada, yo seguía usando aplicaciones para ligar, como todos los inconformistas que las usamos buscando "algo mejor". Pero no encontraba nada mejor porque este chico realmente me gustaba.


El tema es que Ă©l no tenĂ­a tiempo para mĂ­. Ni para mĂ­, ni para nadie al parecer. Era un workaholic de cuidado. Trabajaba de sol a sol. Le apasionaba su trabajo. ¿He dicho alguna vez que me flipa la gente que hace las cosas con pasiĂłn? SĂ­, claro que lo he dicho. 

LĂĄstima que yo lo apasionara solo una vez a la semana, una vez cada diez dĂ­as, cada quince, cada mes. 

LlegĂł un momento en el que le dije que ya no le escribirĂ­a mĂĄs. Porque Ă©l tardaba horas, dĂ­as o un par de semanas en contestar y yo podĂ­a enloquecer. AsĂ­ que hacĂ­a mi vida y Ă©l me escribĂ­a de vez en cuando y nos veĂ­amos si los astros se alineaban y coincidĂ­amos. 

Por aquel entonces, vino mi tía a visitarme. Salimos a cenar y le conté la historia de este chico que me gustaba mucho. Le dije que calculaba que me llegaría un mensaje suyo en breve, ya tocaba. Dicho y hecho, me escribió mientras cenåbamos.



TardĂ© medio segundo en contestarle. Me contĂł que habĂ­a estado con mucho trabajo. Con una amiga de visita. Que habĂ­a salido de viaje. Que tenĂ­a que volver a irse la semana siguiente. Y que querĂ­a verme. Yo le dije que sĂ­. Mi tĂ­a se iba el viernes, quedarĂ­amos el sĂĄbado. 

Por suerte estaba mi tĂ­a de visita. Me viĂł la cara de ilusionada y me dijo: — Sofi, ¿te ha preguntado cĂłmo estĂĄs?—. DudĂ©. RepasĂ© la conversaciĂłn.



No. No me hizo ninguna pregunta. No me preguntĂł ni quĂ© tal, ni cĂłmo va todo, ni cĂłmo estĂĄs. Nada. 

Ese sĂĄbado ya no quedĂ© con ese chico. Ya no me gustaba tanto. 

A veces, los detalles mĂĄs simples son los mĂĄs importantes, ¿no?


Casi cada vez que vuelvo a usar una app para ligar, suele ser por motivos de decepciĂłn, frustraciĂłn, desamor y vacĂ­o sentimental, por eso mi tĂĄctica es buscar alguien lo mĂĄs opuesto posible al causante de mis males en ese momento. Llevaba una racha de españoles, morenos, barbudos y mayores que yo. Por lo que mi siguiente objetivo serĂ­a un yogurĂ­n extranjero con caracterĂ­sticas fĂ­sicas diferentes. MatcheĂ© con Laurent (28) y sus fotos con crĂ­os, con un tigre tailandĂ©s y en lo alto de Machu Picchu. La vĂ­ctima ideal. FrancĂ©s, 3 años menor que yo, guapo a rabiar, ojos azules, castaño claro, pecoso y lampiño.

Me dijo de quedar a comer dumplings en el Mosquito, que es uno de mis sitios preferidos en Barcelona, por lo que ya tenĂ­a muchos puntos a su favor. Durante la cita, no mencionĂ© su nombre ni una sola vez, porque se me antojaba imposible su pronunciaciĂłn. Él me llamaba SofĂ­, con acento en la i, lo que me pareciĂł divertido, y eso que soy la tĂ­pica repelente que va corrigiendo a la gente para que digan bien mi nombre (es con acento en la o, sin tilde, por supuesto).


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Soy Sofi Bucca, argentina, soltera y feliz. Me enamoro seguido, tengo la risa floja y en alguna vida pasada fui pez. Creo en el mundo sin fronteras, en la energĂ­a, el kharma y en las buenas personas. Escribo sobre relaciones humanas e intentos de ellas. Y sobre lo que me apetece que no estĂĄ relacionado con relaciones, vamos, que escribo cosas...

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