Mis santos padres merecen un monumento. No solo tienen mucho, pero muchĂsimo amor, tambiĂ©n son perfectos coaches, mediadores, tienen paciencia infinita (bueno, casi), son lĂderes de equipo. Ambos saben cocinar en grandes cantidades, hacen de chĂłfer todos los dĂas, coordinan las agendas de 10 personas a la perfecciĂłn, reparten tareas y se acuerdan de todos los nombres aunque a veces tengan que decir otros cinco antes de acertar con el mĂo.
Nos reĂmos de las familias numerosas de España, que tienen descuentos a partir del tercer hijo, incluso para ir al Mc Donalds. En Argentina eso no pasa, no hay tantas ventajas, pero en el cole Ăbamos becados a partir del 5to hermano... ¡¡y nosotros lo conseguimos!! Lo nuestro es familia numerosa, lo demĂĄs son tonterĂas.
Aprendimos que ir a bañarse el primero interrumpĂa los juegos, pero irse a bañar el Ășltimo implicaba quedarse sin agua caliente. Que si te duele la panza, mi madre te manda al baño. Da igual que te duela el estĂłmago, el ombligo o tengas apendicitis: "andĂĄ al baño".
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Que no puedes robarle los calcetines a nadie, porque todos llevan las iniciales de cada uno cosidas. El tema se complica con las M, que estån repetidas, pero ahà tienes que distinguirlos por tamaños.
Ser la mayor es una responsabilidad extra. Tengo un måster en cambiar pañales y dormir bebés. Y hace que me sienta muy cómoda con esto de no tener hijos ni planes futuros de tenerlos, porque yo ya he criado niños.
TambiĂ©n soy experta negociadora. Gracias a los mayores —y a que mis padres se hacen mayores—, los pequeños tienen mĂĄs libertades. Yo iba al cole casi agonizando. Mi hermano pequeño tiene un dolorcito en el dedo pulgar y mi madre le pide que se quede en casa a descansar.
Tenemos un grupo de whatsapp, que me mantiene al dĂa de la rutina familiar a pesar de estar lejos. El mensaje mĂĄs habitual es el de mi madre: «Hoy hay asado, ¿quiĂ©n viene a comer?», con sus 8 respuestas. El segundo mensaje mĂĄs popular es el de cada sĂĄbado: «¿Hoy puedo usar el auto?». TambiĂ©n tenemos un GIF de mi madre acomodĂĄndose el pelo (lleva el mismo corte de pelo desde hace 30 años), que nos flipa y lo mandamos bastante seguido y no podemos evitar reĂr cada vez que lo volvemos a ver.
Debajo de cada cama, hay otra camita con ruedas para invitados. Porque mis padres no tienen suficiente con 8 hijos. Les encanta tener gente en casa, todos nuestros amigos, novios y novias estĂĄn siempre tienen las puertas abiertas. Aunque los novios tienen que dormir con los hermanos, por supuesto.
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IlustraciĂłn de @Toita |
Cuando viajo a Buenos Aires y asomo la cabeza por la puerta de llegadas del aeropuerto, siempre hay una pequeña multitud esperĂĄndome. Lo que aĂșn no tengo claro es si me esperan con ilusiĂłn a mĂ o a la Nutella que traigo en la maleta junto con todas las mantas de aviĂłn que robo y ellos coleccionan en el sofĂĄ de ver la tele.
El tema de las comidas en familia es un tema aparte. Para empezar, cada yogur estĂĄ contado, no puedes comerte ni uno a deshoras, porque luego alguien se quedarĂĄ sin por tu culpa. Los invitados son siempre bienvenidos y la mesa del comedor es inmensa, pero hay que avisar con tiempo, sino todos comeremos un poquito menos.
Tenemos todo un protocolo en la mesa, nuestra bisabuela estarĂa orgullosĂsima. Si alguien pincha un bocado y osa llevĂĄrselo a la boca antes de que todos tengamos la comida servida, se escuchan 9 voces que gritan al unĂsono "¿por quĂ© estĂĄs comiendo?". Estamos todos deseando decirlo, disfrutamos como enanos cuando alguien come antes de tiempo.
TambiĂ©n tenemos una capacidad de mediciĂłn milimĂ©trica y parece que va a estallar la 3ra guerra mundial cuando uno recibe un trozo de tarta medio centĂmetro mĂĄs ancho que el de los demĂĄs. Y esperamos a que todos acaben y mi madre ofrezca a repetir para estirar los platos.
La putada es cuando se te olvida que al coger la botella del agua (en mi casa solo se bebe Coca Cola, cerveza o vino los domingos especiales), tienes que servirle agua a los otros 9 comensales. Y como sirvas la Ășltima gota, ademĂĄs te tocarĂĄ levantarte a por mĂĄs.
TambiĂ©n tenemos comidas especiales de nuestra familia, propias de economĂa de guerra. Cuando no hay salsa, comemos espaguetis con ketchup. Cuando hay salsa, tambiĂ©n los comemos con ketchup porque al final nos encanta. Comemos huevos fritos con patatas los viernes por la noche, cuando somos poquitos (porque la mayorĂa sale). Los sĂĄbados por la noche se cena "pic-nic", es decir, picamos lo que haya sin poner vajilla ni liarnos a cocinar. Las ensaladas son especiales, cada ingrediente va en un bol distinto, como en un buffet libre, para que cada uno pueda eliminar lo que no le gusta fĂĄcilmente. Mi padre odia la cebolla, por lo que nosotros no probamos la cebolla hasta que nos vamos de casa.
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Yo nunca tuve una consola hasta que me casĂ© con un chico que tenĂa la PlayStation. Como Ă©l casi no la usaba, me pareciĂł lo mĂĄs justo quitĂĄrsela y dĂĄrsela a mis hermanos que la veĂan como un tesoro. Tampoco tenĂamos tele familiar. HabĂa solo una tele vintage en la habitaciĂłn de mis padres y tenĂamos que escoger muy bien lo que querĂamos ver, porque solo nos dejaban usarla durante una hora al dĂa. Y sentaditos los ocho en el suelo, porque ay de tĂ si te pillaban sobre la cama impoluta de mis padres.
Tampoco tenĂamos ordenador al principio. UsĂĄbamos uno de mi padre del trabajo, con estricta supervisiĂłn. Hasta que me comprĂ© uno a los 18 años con mi primer sueldo decente, y eso fue la perdiciĂłn de la familia. Aunque era mĂo, tenĂamos turnos para usarlo y peleas varias por esos turnos. Ahora en casa tenemos un locutorio montado, cada uno tiene un ordenador, pero todos usamos la cuenta de Netflix de mi hermano, que como solo tiene 4 usuarios, tambiĂ©n provoca peleas cuando alguien se pone a ver la serie que tĂș estabas a punto de acabar.
Yo fui una privilegiada, porque ademĂĄs de ser la mayor de los 8, tambiĂ©n soy la nieta mayor por parte de madre y de padre. Fui la afortunada que siempre estrenaba ropa y mis uniformes del cole siempre fueron nuevos. Pero mis pobres hermanos han sufrido lo de heredar toda la ropa usada. La segunda, que tambiĂ©n estrenĂł algunas cosas, como esos vestiditos que mi madre nos compraba iguales, se pasaba años con los mismos vestidos, porque cuando los suyos le iban pequeños, le tocaba ponerse los mĂos heredados.
Ahora no dejo pasar una semana sin comer en un restaurante. Esto se debe a mi trauma infantil seguramente, porque era inviable que fuĂ©ramos todos a comer o cenar fuera. Aunque sĂ que fuimos algunas vez. Recuerdo al menos las Ășltimas cuatro veces, cuando nos invitaban nuestros padres a comer una parrillada. Todo era sospechoso. Pero la experiencia me hizo aprender que cuando Ăbamos fuera y mi madre empezaba con el "tenemos algo que contarles"... todos sabĂamos que venĂa otro hermanito en camino.
Otra cosa genial en una familia numerosa es la elecciĂłn de los nombres. Todos votĂĄbamos como se llamarĂa el siguiente hermano. Aunque daba igual la votaciĂłn, porque luego mi padre le ponĂa el nombre que le inspirara la cara de la nueva criaturita. TambiĂ©n tenemos conversaciones muy largas sobre los nombres de las mascotas que tendrĂamos, aunque solo hemos tenido dos perros porque todos queremos animalitos, menos mi madre, que al final es la Ășnica que los cuida. Nuestro Ășltimo perrito se llamaba Rocco, que era el nombre que querĂamos ponerle a nuestro hermano pequeño. Menos mal que fue el nombre del perro, porque hasta que no me vine a Barcelona no sabĂa quiĂ©n era Rocco Siffredi. Incluso tenĂamos nombres para los coches: Rayo McQueen, Wachipola, Kaki, etc.
El tema transporte es otra cosa peculiar en una familia como la nuestra. Aunque lo suyo hubiese sido tener un bus, tenĂamos un coche familiar. OcupĂĄbamos las dos filas de asientos traseras y algĂșn pobre desgraciado tenĂa que ir al cole en el maletero entre las mochilas de todos. Lo loco era cuando nos Ăbamos los 10 de vacaciones a Bariloche, a unos 1.600km de casa. Apretujados en una furgo pequeñaja, cantando las 14 horas de viaje canciones de Laura Pausini y Abba, con las maletas y un kayak en el techo. Todo un show.
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No sĂ© si esto pasa en otras familias, pero tenemos frases propias. Las clĂĄsicas son "¿Yogur para tomar o para beber?" y "¿Un heladito? ¿Mmm, mmm?". Pero tambiĂ©n habĂa un ritual de celebraciĂłn para cuando mi padre volvĂa de algĂșn viaje y traĂa chocolates del duty free, entonces todos bailĂĄbamos alrededores de la mesa del salĂłn gritando "Bom-bon-citooooooo". TambiĂ©n un idioma propio, somos de familia italiana, pero casi ninguno lo habla muy bien, aunque nos parecĂa que decir "papiri, papiri" sonaba genial y tenĂamos una palabra comodĂn para cualquier situaciĂłn que era "warriloquet", aĂșn no sabemos cuĂĄl serĂa su definiciĂłn.
Los aspirantes a cuñados de nuestra familia sufren. Y no me extraña, porque entrar a una familia como la nuestra es difĂcil. Tienes que pasar largos interrogatorios incĂłmodos. La Ășnica cuñada oficial que tenemos ahora (la mujer de mi hermano), tuvo que responder preguntas del tipo "¿haces pipĂ en la ducha?". A mi primer novio le pusieron un mote porque era sobrino de un polĂtico y fue imposible conseguir que lo llamaran por su nombre.
Adoro a cada uno de mis hermanos y soy feliz de tener la mejor familia que se pueda tener.
¡Gracias family!