Me habĂa propuesto escribir mĂĄs este año y mantener el blog activo. No lo gritĂ© a los cuatro vientos como propĂłsito de año nuevo, precisamente porque esos propĂłsitos siempre quedan en la nada y a la vista estĂĄ, no lo estoy consiguiendo. Pero todo tiene una explicaciĂłn.
ComencĂ© a escribir este blog hace ahora tres años. Mi ex novio me habĂa hecho sufrir como nadie y solo querĂa locura, diversiĂłn, desenfreno y no quitarme la coraza jamĂĄs. Ser soltera era algo nuevo para mĂ y estaba empezando a descubrir que hay felicidad tambiĂ©n en la solterĂa. Me atreverĂa a decir incluso que estos tres años he sido mucho mĂĄs feliz de lo que habĂa sido en pareja. Y se me ocurriĂł que podrĂa quedarme asĂ para siempre, de aventura en aventura, de borracheras de finde, de risas, de amigos divertidos, sin tener a nadie con quien discutir. La falta de discusiones da vida, creo que hasta rejuvenece. He llegado incluso a apartar dos amistades tĂłxicas de mi lado, por eso de no discutir por discutir, que enfadarse nos saca arrugas de las feas.
Y un buen dĂa, tuve una cita que empezĂł con mal pie, pero saliĂł rodada. Del Tinder, sĂ, otra mĂĄs. Pero esta no serĂa una que añadir a mi lista de desgracias que convertir en humor en el blog. Una cita de 40 horas tenĂa que traer algo diferente por cojones.
Teo me rompiĂł todos mis esquemas. Me hizo volver a sentir miedo. Me hizo sentir vulnerable. Y eso solo podĂa tener una explicaciĂłn: habĂa abierto una brecha en mi coraza y no estaba poniendo los medios para repararla. Todo era fuera de lo corriente, hacĂamos cosas juntos y muchas otras separados. Llegamos a un grado de confianza que no habĂa tenido nunca con nadie. Y eso que aĂșn tengo mis secretos (y Ă©l los suyos, supongo). Vamos, que me enamorĂ©.
Y cuando te preguntan que es lo que te gusta de Ă©l y no sabes que responder... porque no es que no encuentres algo que te guste, sino que te gusta todo. Y no quieres sentirte absurda enumerando cosas que quizĂĄs a alguien no enamorarĂan, pero solo se te ocurre pensar en que te flipa como se le pegan los ojitos por la mañana. Te gusta su constancia para hacerse el zumo cada mañana. Su detalle al montar un ramo de flores. Me gusta como peina a su gata. Y esa cara que pone en cada orgasmo. Me gusta su forma de mirar. Sus besos. Sus ganas de progresar cada dĂa. El ejemplo que me da. Que crea en mi, sentir que apoya mi vocaciĂłn y me anima a ponerle mĂĄs esfuerzo. Me gusta lo poco que se enfada con mis locuras y la paciencia infinita que me tiene. Me gusta como mis locuras... ¡incluso le gustan!
Como relame el plato si algo le ha gustado, aunque horrizarĂa a mi madre. Que bebamos el vino en una sola copa que compartimos. El hambre de yogures, natillas y chocolate que le entra antes de ir a dormir. Me encanta que engorde a mi lado. No hubiese dicho nunca que iba a hacer una de mis listas con comidas para hacerle cada dĂa. Y nada me da mas gusto que dormirme sobre su pecho, aunque luego me pase a la cama a las 3 de la mañana refunfuñando cada noche.
Me gusta como fanteseamos con todo. Con la complicidad sexual que tenemos. Las fantasĂas con las cosas que haremos, los sitios que visitaremos. Incluso, aunque parece difĂcil que viajemos juntos, ya no puedo evitar recordar Singapur pensando en Ă©l, que no estaba ni nos conocĂamos, pero forma parte del recuerdo porque ya no imagino esa ciudad sin pensar lo mucho que le gustarĂa a Ă©l.
Lo que nos reĂmos de las stories de instagram de esa bloguer. Lo que odiamos lavarnos los dientes (Miriam, mi amiga ortodoncista ya estĂĄ marcando mi nĂșmero con horror, lo veo venir). Ducharnos juntos y escuchar como se queja de lo caliente que pongo el agua. Me gusta que lo flipe cada vez que tiene que aspirar o desatascar mis pelos de todas partes. Me gustan sus pies. (Y su polla, que bonita es su polla).
Me gustan sus manĂas. Cada mañana me esfuerzo en recoger el cable de la tostadora, en poner los cuchillos con los cuchillos y las cucharas con las cucharas en el lavavajillas. Cierro la puerta de mi armario para que no me repita que la gata se meterĂĄ entre mi ropa. Reciclo el plĂĄstico y bajo la basura cuando me voy temprano. Me gusta que cuelgue las toallas fuera, aunque ahora tengamos menos porque se vuelan. Porque sus manĂas lo hacen ser mĂĄs Ă©l... y una mejor yo.
Disfruto con verlo sociabilizar. Es la persona mås abierta que me cae bien. Hasta me hace gracia cuando lo veo ligar, porque se que el premio me lo llevo yo. Me gusta su jersey de niño bueno y sus calzocillos azules y verdes. Desde que lo conozco, después de los peces me gustan los zorros. Me gusta que coma pizza cada semana. Incluso me gusta que me eche broncas porque no llego a fin de mes. Pero después de la bronca me diga de irnos a cenar fuera.
Me gusta no haber ido nunca al cine, ni al teatro, ni a un concierto. Porque ya habrĂĄ tiempo para eso, seguro. Me gusta que le gusten mis amigos y que piense en Manuel cuando probamos un vino nuevo. Me gusta que quiera venir a Argentina. Porque por primera vez, me gustarĂa que alguien viniera conmigo. Me gusta que no haya salido de Europa, porque quiero que vea el mundo de mi mano. Me gusta que tenga lejos a su familia y que sea completamente empĂĄtico con la lejanĂa de la mĂa.
Pasar de ver The Crown, con su reina, su primer ministro y sus caballos ganadores, a ver Altered Carbon o Rick & Morty. Y ese tĂo de TV3 que enseña los pueblos y habla a los espectadores como si fuĂ©ramos tontos, me encanta verlo a su lado. Me gusta hacerme la dormida cuando viene a la cama a las tantas y notar como me abraza por detrĂĄs. Y los cinco minutos mĂĄs de cada mañana, que se convierten en una hora. Desayunar juntos, aunque solo sea los domingos. Hacer guacamole y beberme su leche ecolĂłgica.
Me gusta ir de fiesta, beber juntos y hacer como que bailamos. Me gusta que me cuide cuando estoy malita y verlo protestar como si estuviera muriéndose cuando tiene un resfriado. Me gustan sus adicciones, aunque corramos el riesgo de acabar tirados en la zanja de atrås de un club de intercambio, arruinados de apostar e inhalando lo que le ayuda a respirar. Y me gustan las rutinas. No llenar la nevera, pero ir 37 veces al mes al Bonpreu y al Lidl.
Su sinceridad cuando me habla de forma transparente. Su risa y su forma de hacer el tonto. Me gusta mirarnos juntos en el espejo del ascensor. Su resolución y sus ganas de ayudarme en todo. Me gusta como juega con los niños y el respeto que tiene por los mayores. Me flipa su pasión en las cosas que le gustan. Su adaptación al caos que he traido a su vida. Su fuerza. Sus ganas de luchar.
Y lo que mĂĄs me gusta de todo, es el chocolate con dulce de leche, que juntos seamos Tofi. Que los dos seamos mĂĄs que uno y uno. ¡Feliz cumpleaños guapo!