Se avecinaba la boda de Alba y Gerard y, mejor aĂșn, se avecinaban despedidas de solteros. Pensamos que en lugar de invertir en un hombre aceitado meneando el rabo para la homenajeada, irnos de viaje juntas serĂa mejor idea. Alba era la primera del grupo en casarse, asĂ que pensamos en la despedida como un evento Ășnico. Cogimos billetes con antelaciĂłn, conseguimos un apartamento cerca de la playa, cargamos las maletas de vestiditos y bikinis, le vendamos los ojos y nos la llevamos al aeropuerto con destino Palma de Mallorca.

Nuestro plan loco se torciĂł un poco cuando por culpa del tren que iba con retraso pensamos que perderĂamos el vuelo y echamos a correr arrastrando a la pobre Alba invidente y estrellĂĄndola contra el carro de maletas de un guiri distraido. Le rompimos un dedo del pie derecho a la novia dos semanas antes de su boda, ¡Ăłle, Ăłle! Tuvimos que cambiar el plan de turisteo diurno y ruta de bares y discotecas nocturna, por algo a tiro hecho: playa diurna, restaurante con reserva y discoteca con entrada por lista.
Yo, que soy tan pråctica y tengo un contacto en cada ciudad del mundo para estas ocasiones, llamé a
Marc, aquel chico malote del que os contaba hace tiempo, para que me diera las claves para una gran noche mallorquina. Marc me dio los nombres de las discotecas de moda, nos apuntĂł en una lista para entrar gratis y me dijo que era una pena no poder vernos porque estaba ingresado en el hospital por alguna operaciĂłn de esas tĂpicas de deportistas. La verdad es que fue genial, nos ahorramos dinero, colas y nos lo pasamos en grande.
Pero...
LlamĂ© por la tarde a mi novio de aquel entonces, para contarle como iba todo. Puso el grito en el cielo porque habĂa hecho esa estĂșpida e inocente llamada. Lo flipĂ© en colores. Solo habĂa hecho una llamada a un antiguo rollete... En fin...

El caso es que al volver a Barcelona, intentĂ© tener algĂșn tipo de diĂĄlogo conciliador con Ă©l. ParecĂa que la cosa se estaba solucionando. Le contĂ© nuestras aventurillas mallorquinas y Ă©l me explicĂł poca cosa de la despedida de Gerard en PeñĂscola. Hasta que se armĂł la gorda cuando recibĂ un mensaje al grupo de las chicas. Todas las novias de los chicos que habĂan ido a PeñĂscola se pusieron a contrastar informaciĂłn y resulta que a una se le escapĂł que habĂan ido al apartamento de unas chicas a hacer botellĂłn o alguna cosa asĂ. Los chicos habĂan hecho un pacto de silencio para que no lo supiĂ©ramos, pero estos pactos no siempre funcionan y las mentiras tienen patas cortas. EncarĂ© a mi chico con el tema, riĂ©ndome de su pacto de silencio. Pero la bomba estallĂł cuando supe por las chicas que el pacto habĂa sido para que YO no me enterara.
La explicaciĂłn de mi novio fue que no querĂa dar lugar a malos entendidos, que igual me ponĂa celosa y blablabla. Lo cierto es que montĂ© en cĂłlera. No por el hecho de que hubiesen ido al piso de fulanita. Confiaba en que no habrĂa pasado nada "grave" en ese piso. Lo que realmente me doliĂł fue la falta de confianza. ConsiderĂ© mĂĄs grave el hecho de ocultar a conciencia una tonterĂa que la chorrada de haber ido a casa de alguien. Y mĂĄs despuĂ©s de haber recibido bronca por una llamada absurda...
La vida es tan retorcida, que esto mismo me volviĂł a pasar en dos ocasiones mĂĄs.
El siguiente novio que tuve tambiĂ©n hizo un ridĂculo pacto de silencio con sus colegas por una tonterĂa. Una noche loca que tuvieron, un pollo que se montĂł con la novia de uno, cosas de estas. Le contĂ© esta historia creyendo que me estaba diciendo la verdad y se sintiĂł tan culpable que me confesĂł lo que realmente habĂa pasado (que no os puedo contar porque quizĂĄs alguien que aĂșn no lo sabe me estĂĄ leyendo). El Ășltimo pacto que sufrĂ, por suerte no me tocĂł tan de cerca. Mi chico me contĂł lo que habĂa pasado,
una de las cosas por las que me gusta tanto, pero sentĂ pena por otra pareja que no tiene la confianza suficiente como para contarse lo bien que se lo pasan cuando no estĂĄn juntos.
Esto me lleva a abrir el debate sobre si ocultar es mentir. Que estoy pesadita con el tema... pero a veces es mĂĄs doloroso el hecho de ocultar que la verdad en sĂ misma, ¿no creĂ©is?. Y ojo, que no creo que haga falta explicarlo todo, guardarse cosas para uno estĂĄ bien, es necesario tener cierta intimidad y algĂșn que otro secreto. Solo hay que saber con quiĂ©n compartir secretos y cuando la existencia de los mismos pueda suponer un problema que haga daño a alguien mĂĄs...
Los pactos de silencio pretenderĂĄn ocultar algĂșn hecho, pero en sĂ mismos dicen mucho mĂĄs de lo que ocultan...