El pez que se muerde la boca
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Home Archive for febrero 2019
En septiembre estuve por Tailandia con Teo y fue toda una aventura. No solo porque el viaje en sí ya es exótico y con un contraste cultural bestia, sino también porque ambos somos un imån para las historias extrañas y meternos en líos. El viaje fue también una aventura para nosotros como pareja. Habíamos comprado los billetes con seguro de cancelación en previsión de que no llegaríamos juntos a la fecha, pero como somos cabezotas no los cancelamos y fuimos igual. Os adelanto el desenlace: ya no somos ni compañeros de viaje ni compañeros de vida. Pero ese viaje tuvo algunas cosas divertidas y en un intento por no limitarme a recordar solo las cosas malas de esa relación, aquí os dejo mi post de hoy.

Era mi segunda vez en Bangkok y querĂ­a volver a visitar los sitios que me habĂ­an encantado de la vez anterior, para que Teo pudiera tambiĂ©n conocerlos y aprovechar tambiĂ©n para visitar lo que me habĂ­a quedado pendiente. AsĂ­ que fuimos al Palacio Real que es una maravilla, a varios templos, china town y su mercado-locura, al mercado de las flores, comimos pad thai a todas horas y nos dimos un masaje diario (¿cĂłmo no hacerlo con lo baratos que son?).



Íbamos por la calle y unos cuantos tailandeses nos abordaban para que comiĂ©ramos grillos y gusanos —y para reĂ­rse de nosotros, los turistas, porque ellos no los comen—, venderte unas ranas de madera que hacen un ruido muy molesto, para que aspires helio y gas de la risa —que nunca entendĂ­ si era lo mismo, ni tampoco porque tantos dieciocho-añeros tenĂ­an globos en la boca como si fuera cool (me hago mayor, evidentemente)— y tambiĂ©n para ofrecerte su plato estrella: el ping-pong show. Y ahĂ­ fue donde picamos.

TenĂ­amos esa maldita y morbosa curiosidad por verlo, mezclada con mi inevitable —y fugaz— pudor. Nunca habĂ­a entrado a un puticlub ni similar, tampoco conocĂ­a ninguna mujer que lo hubiese hecho. HabĂ­a oĂ­do hablar de estos sitios a un amigo y, por lo que Ă©l contaba, era mĂĄs bien una atracciĂłn turĂ­stica algo bizarre (no encuentro otra palabra para definirlo, lo mĂĄs parecido serĂ­a algo "WTF").

Alguna mente ingenua y no tan aventurera se estarĂĄ preguntando a estas alturas quĂ© es un Ping-pong show y que tendrĂĄ que ver con un puticlĂș y el pudor. Tranqui, te lo cuento en detalle.

Nos acercamos caminando —y sudando lo que no estĂĄ escrito, ¡quĂ© calor del infierno hace en esa ciudad!— a la zona de Patpong donde se encuentra un famoso mercado nocturno de venta de imitaciones. A mĂ­ me parece muy vulgar enseñar la marca de la ropa o el bolso que llevas puesto, por lo que no vi razĂłn alguna para detenerme a mirar imitaciones aĂșn mĂĄs vulgares. AĂșn asĂ­, en estos sitios tan concurridos se respira caos y, como yo soy caos, estaba en mi salsa.

Encontré mi calzado, casi casi me lo compro...

DespuĂ©s de explorar la zona y rechazar a varios ofrecedores de shows, nos decidimos a entrar a uno. El rrpp de este sitio nos enseñó la "carta" mĂĄs rara que habĂ­amos visto en nuestras vidas, con un montĂłn de "servicios/shows". Nos insistiĂł en que era baratĂ­simo, que nos costarĂ­a unos 100 bahts (menos de 3€) por persona e incluĂ­a una cerveza. La cerveza en estos paĂ­ses es mĂĄs cara que un plato de comida, por lo que nos pareciĂł que la entrada era una ganga. Subimos unas escaleras y entramos.

Nos recibió una señora que nos acomodó en una mesita en primera fila mientras nos preguntaba que queríamos beber y otra chica corría a por nuestras cervezas. El sitio estaba vació, a excepción de otra mesa de tailandeses. Quizås era porque era lunes o quizås porque habíamos entrado al local menos popular, quien sabe. Cuando nos trajeron las cervezas (que limpié enseguida con un kleenex), se acercaron cuatro chicas en lencería a brindar con nosotros. Mira que majas todas. Levantamos las copas, chin chin y nosotros dos bebimos un trago pero ellas ni probarlas, las apoyaron y se fueron a sus labores.

Debo decir que tenía una idea muy equivocada de lo que nos encontraríamos. No se parecía en nada a los clubs de striptís de las pelis americanas en los que chicas preciosas bailan en la barra y los babosos les ponen billetes en el tanga. Las tailandesas llevaban braguitas del mercadillo y no me resultaron sexys en absoluto. Pero también disiparon mi idea de "pena": yo pensaba que estas mujeres sufrían explotación sexual o eran parte de una trata horrible de personas y sentía cierta culpa por contribuir a ello con mis 100 bahts. No puedo decir que no fuera así, pero las vi reír entre ellas, despreocupadas y la mar de normales.

El show empezaba. Había una botella apoyada en el escenario. Salió la primera chica a escena y me quedé sin palabras cuando vi que sujetaba un pinza con su coño y que con ella iba cogiendo unos aros que embocaba luego en el cuello de la botella. Como esos juguetes de niños, pero de infantil no tenía nada.

Dos tragos largos de cerveza y subiĂł al escenario la siguiente.

Hizo algo que pretendĂ­a ser un baile sensual  y se sacĂł de lo que parecĂ­a un hilito de tampax, una flor. Estupor. No me dio a tiempo a reaccionar cuando me di cuenta de que la señorita me llamaba con la mano para que me acercara. Fui hasta el escenario presa de una risa histĂ©rica nerviosa y ella me dio la flor que colgaba del hilito. Me hizo señas para que tirara. TirĂ©. SaliĂł otra flor. SeguĂ­ tirando, seguĂ­an saliendo flores. Esta mujer tenĂ­a toda una serie de collares hawaianos metidos en el coño. Literalmente. Y yo venga a quitar metros de allĂ­. Hasta que me di cuenta de que estaba tocando algo que habĂ­a estado segundos antes en su cavidad vaginal, casi muero del horror y me retirĂ© a mi mesa entre un visible ataque de nervios.

Ahora necesitaba tres tragos de la cerveza.

Vino la señora encargada a ver que estuviéramos a gustito, preguntar si queríamos tomar algo mås y a entregarnos las palas de ping-pong. Por fin, que a eso hemos venido. Subió la tercera chica a la tarima llevando una canasta llena de pelotitas de ping pong. Y pim-pam. Se puso en una postura parecida a cuando empiezas a hacer el arco en yoga. Colocó la primera pelotita y disparó. Teo y yo saltamos del asiento en un afån por esquivar el proyectil. La idea era que intentåramos devolverla al escenario con la palas.

Mi cabeza tenĂ­a una ametralladora de pensamientos discordantes en ese momento. Por un lado, estaba alucinada con la de ejercicios de fortalecimiento del suelo pĂ©lvico que tenĂ­an que hacer estas chicas para conseguir ese dominio de la musculatura vaginal. En serio, es algo digno de admirar, aunque tambiĂ©n hubiese admirado sus proezas sin necesidad de verlas tan de cerca. Me rĂ­o yo de las bolas chinas, jajajja. Por otro lado, mientras la mujer no paraba de lanzar pelotas por el coño, yo lanzaba pensamientos desesperados. «Sofi, querida, intenta esquivarlas». «Mierda, no lo consigo». «Madre del amor hermoso, me ha dado en el hombro». «Por favor, por favor, que no me de en la cara». «¿CĂłmo huyo de este sitio sin ofender a nadie?», «¿Por quĂ© carajo habremos venido?». «¿Teo no era bueno en el ping-pong, la concha de la lora?»

Cuando por fin vimos vacĂ­o el canasto de las pelotitas, respiramos aliviados.

Siguiente. Subió otra chica con un paquete de Marlboro y un mechero. Esta vez era el turno de Teo. Le hizo acercarse y le entregó el encendedor. Se puso dos cigarros ahí. Sí, ahí en el chirri. Teo, que es un cuestionable caballero, se los encendió. Y esta mujer se los fumó. Se los fumó por el coño. Enteros, los dos cigarros. Esto ya era el colmo, ya nada me parecía divertido. Aunque la chica se riera de nuestras caras, yo solo podía pensar que debía tener el coño achurruscado como los pulmones de fumadores empedernidos y que no debía tener ni un atisbo de fertilidad.

Nos levantamos para irnos y todo el séquito de artistas nos escoltaron hasta la caja. Teo sacó 250 bahts para pagarles nuestra entrada y algo de propina por tal despliegue de medios. La señora encargada sacó una calculadora y marcó: 2500. Nos miramos y pensamos que se la había colado un cero. Pero no. Intentaban explicarnos que debíamos pagar las copas de cada una de las chicas que había brindado con nosotros, los cuatro shows (y menos mal que no vimos todos los de la carta) y nuestras cervezas. Nos negamos, ese no era el trato. Pusieron cara de pocos amigos e hicieron una barrera humana junto con el segurata de la puerta que se acercó a poner orden.

Nos acojonamos. Pagamos. Salimos corriendo. CorrĂ­an detrĂĄs exigiendo propina. La broma nos costĂł 70 eurazos y no tenĂ­amos mĂĄs dinero para volver al hotel. Tuvimos que caminar durante una hora con el calor del infierno y con la vergĂŒenza de haber caĂ­do en el timo. Pasado el susto estallamos en carcajadas y llegamos a la conclusiĂłn de que habĂ­amos vivido una gran experiencia.


Amo Bangkok, ¡volverĂ©!








Todos tenemos un ex. El tema ex da para enciclopedia de varios tomos con aspiradora de regalo, pero tiene subcapĂ­tulos y hoy os traigo uno que tengo mĂĄs por la mano. No soy psicĂłloga, no soy coach, no tengo potestad alguna para ir dando lecciones de vida, pero sĂ­ tengo varias relaciones fallidas y un corazĂłn hecho polvo, por lo que os puedo contar cosas que no me funcionan. AsĂ­ que este post va de "anticonsejos": lo que NO te va a ayudar a superar a tu ex. Al final os pondrĂ© un bonus track, con un par de consejos que no estoy segura de que vayan a funcionar, pero parece que me hacen ver la luz. 

Dejar una relación es comparable a dejar el tabaco. Cuesta una barbaridad, pero tienes varias opciones. Hay quien opta por dejarlo de un día para el otro y no volver a probarlo jamås y hay quien lo va dejando de a poquito. Hay quien lo reemplaza por otras cosas, hay quien se siente mejor. Pero no hay nadie que no lo eche de menos y que lo haya hecho con facilidad. Pues con tu ex, igual: cuesta, pero cuando por fin has identificado que solo te hace daño y que no es beneficioso para tu salud, cuando te decides a dejarlo... agarrate Catalina, que se viene una...

1- Un clavo saca a otro clavo. Es posible que te cruces con uno que la tenga mĂĄs grande, con una que te trate mejor, con uno que te haga reir mĂĄs, pero no hay dos clavos iguales. La herida tiene que cerrarse solita. Que mientras cicatrice quieras ir haciendo tus cositas con cuantos clavos se te crucen por delante, me parece fantĂĄstico, pero no lo hagas para olvidar a tu ex. Porque no funcionarĂĄ y porque las personas no somos clavos, no puedes ir usando a los demĂĄs porque tu ex te haya roto el corazĂłn. 



2- Los excesos y el desenfreno: hincharte a comer, hincharte a follar, hincharte a llorar, hincharte a beber, hincharte a fiesta. Te verĂĄs mĂĄs gorda, te dolerĂĄ el coño, pillarĂĄs ETS, se te hincharĂĄn los ojos y ni te cuento el estado de tu hĂ­gado despuĂ©s de ahogar las penas (de resacas combinadas con dolor de ex, mejor ni hablemos). Ojo, si necesitas salir, comer, beber y follar (o no), hazlo. ¡Pero no te dejes la vida en ello!

3- Tinder-obsession: oh, mi ex me ha dejado, voy a ponerme el Tinder que en dos dĂ­as ya estoy super preparada. Oh, mira cuantas personas guapas, mira esta que patina, mira este que es chef. Wow, que tonta he sido intentando gustarle a mi ex si aquĂ­ le gusto a mucha gente. ¡Otro match! Ya tengo una cita para el jueves, otra para el domingo y estarĂ© tan ocupada alimentando mi ego en citas vacĂ­as, mintiendo sobre mi feliz vida y mi lejano ex que tengo super-superado, que a la fuerza lo superarĂ©. Nada que decir, sacad vuestras conclusiones en este punto. 



4- Los opuestos: Como mi ex es rubio, ahora solo me liarĂ© con morenos. Como mi ex es hombre, ahora mujeres. Como mi ex es deportista, ahora un intelectual. Como mi ex era poli, ahora un delincuente. Seamos realistas, te gusta lo que te gustaba de tu ex (a pesar de...). Lo opuesto es una caca ahora mismo, aunque objetivamente te vendrĂ­a 100 veces mejor, no quieres eso, no pierdas el tiempo. 

5- Los cambios bruscos de vida. Mis preferidos. Cada vez que termino una relaciĂłn me entra la locura y quiero cambiarlo todo. Y lo hago. Y luego me entra el estresazo porque si dejarlo con tu ex no te hubiese puesto la vida patas arriba, ahora acabas de liarla mĂĄs. Oh sĂ­, me he mudado de paĂ­s, de ciudad, de piso. He cambiado de trabajo. Me he teñido el pelo de rojo, de negro y de Susana Gimenez. Me he matriculado en la universidad y en dos sitios de yoga diferentes (sĂ­, a la vez). Ahora tengo el pelo estropajo, tendrĂ© que estudiar porque no me queda dinero para salir de casa y nadie podrĂĄ ver el culo que se me estĂĄ quedando porque lo tendrĂ© apoyado entre la silla de mi nuevo trabajo y el suelo de mi habitaciĂłn mientras estudio (el presupuesto no me ha dado para un escritorio y una silla, que por algĂșn extraño motivo contaba que me regalarĂ­a el Ășltimo ex hace meses). 



6- El stalkeo. Rotundo NO al stalkeo. DespuĂ©s de rabiar a morir porque mis Ășltimos dos ex me hubiesen bloqueado en instagram, ahora se los agradezco. No trae nada bueno. Es mĂĄs, deberĂ­a borrar a todos sus amigos y familiares de las redes para no tener la tentaciĂłn de ver ni una sola plantita de su casa, ni una sola fiesta en la que pueda estar Ă©l, ni un solo like que desate paranoias. LĂĄstima que aĂșn quiera conservar a gente del entorno de mis ex y hacen que el stalkeo sea "sin querer". Malditas redes sociales... (Aprovecho a mandar desde aquĂ­ un besito a mis ex y sus novias que me borran, pero me siguen leyendo y mirando las stories de Instagram, con todo mi cariño). 

7- Ser amigos. Jajajajjaaj. Sois ex, no sois amigos. Aunque esa maravilla de ex que tienes te haya mandado en un cohete espacial a la friendzone y tĂș le tienes cariño y tal, no puedes ser su amigui de la noche a la mañana. Ya si eres masoca extremista, haz como yo, que una vez se me ocurriĂł darle a un ex consejos para ligar con otra. Puede que tu ex no tenga que superarte a ti, que le sea mĂĄs fĂĄcil tratarte como amigos que como novios (a los amigos no les debemos exclusividad ni explicaciones), pero para el que queda con el corazĂłn roto, lleva su tiempo pasar a la friendzone. Yo tengo relaciĂłn cordial con mi ex marido, por ejemplo, pero no fue hasta despuĂ©s de pasar 3 años sin hablarnos. 



8- Enrollarte con tu ex. No se si es peor este punto o el anterior. Pero se que enrollarte con tu ex es un desastre atĂłmico si tu idea es superarlo algĂșn dĂ­a. Si lo tienes claro y superado, enrollaros puede ser genial, tenĂ©is confi y sabĂ©is lo que sĂ­ funcionaba a nivel sexual. A mi la idea de pasar a ser el rollo de mi ex, no solo me resulta humillante, insultante y terrible, sino tambiĂ©n muy insensata cuando aĂșn tienes el corazĂłn roto. El sexo confunde mucho y ahora no necesitas crearte falsas esperanzas de algo que no existe o no pasarĂĄ. No querrĂĄ volver contigo por un polvazo maravilloso, crĂ©eme, no querrĂĄ. 



9- Popurri de cagadas varias que no te ayudarĂĄn en absoluto:

- convertirte en Lucifer y vengarte de todos los hombres (o mujeres) solo por tener pito (o coño). 
- leer y, lo que es peor, compartir todas las frases profundas que encuentras por internet que le dedicas indirectamente (pero que son muy obvias y solo causan asco-pena).
- borrar su nĂșmero y luego mandarle mails para decirle cuatro tonterĂ­as cuando vas borracha. Si lo borras, lo borras. Y si no lo borras, recuerda este post: No le escribas.
- perder la empatĂ­a. Sabes que es un ogro malvado y te hace sufrir. A su horrible manera, quizĂĄs tu ex tambiĂ©n sufre. No seas tĂș el ogro que no quieras que sean contigo.
- el odio y el rencor. No ha funcionado, te ha hecho daño, no se ha portado bien. Bueno, tu ex definitivamente necesita amor, vamos a desearle lo mejor para que no siga rompiendo corazones. 
- el aislamiento: estĂĄ claro que pasarĂ©is mucho tiempo juntos tu soledad y tĂș y que necesitas amigarte con ella, pero no olvides que no vivimos en una isla desierta y que tu ex no era la Ășnica persona que disfrutaba de tu compañía y tu sonrisa. 

***

Bonus track: ahora me tomaré la libertad de contaros cositas que sí me funcionan, adaptables a la econmía y las condiciones sociales y sociables de cada uno:

Rodearte de amigos, de buenos amigos. Comer chocolate, ver pelis de llorar y de reĂ­r, salir de fiesta, hacerte la cuenta premium de Spotify y comprarte unas zapatillas color mostaza. Tontear con un yogurĂ­n muy profesional que probablemente no te invite nunca a tomar algo, pero te saca un par de sonrisas. Jugar con sobrinos y niños de tus amigos. Volver a casa a dejarte mimar unos dĂ­as. Hacer un viaje a Portugal con tu mejor amiga, que sabes que si hace falta se coge un billete desde Buenos Aires para llorar contigo. Fumarte un porro antes de ir a dormir. Ir a la osteĂłpata. Besar a una chica guapa. Dormir sin despertador. Cambiar de shampoo, prender una vela de vainilla, cocinar berenjenas a la parmesana e invertir en un microondas. Pero sobre todo, saber que dolerĂĄ, pero tambiĂ©n esto pasarĂĄ. 
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Soy Sofi Bucca, argentina, soltera y feliz. Me enamoro seguido, tengo la risa floja y en alguna vida pasada fui pez. Creo en el mundo sin fronteras, en la energĂ­a, el kharma y en las buenas personas. Escribo sobre relaciones humanas e intentos de ellas. Y sobre lo que me apetece que no estĂĄ relacionado con relaciones, vamos, que escribo cosas...

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