—¿Quieres algo para picar?
—¿Para quĂ©?
—Para picar, comer —aclarĂ©. «Una cosa es ser francĂ©s y no
entender el idioma, otra cosa es ser medio lerdo, ¿quĂ© mĂĄs va a pedir en un
bar, si la cerveza la tiene sobre la mesa?»
Ya sabĂa que este chico no acabarĂa en mi cama.
—SĂ, unas olivas.
—No me gustan las olivas.
—Bueno, pues otra cosa —Y mientras hojeaba la carta, siguiĂł:
—Pues te decĂa que me vine a Barcelona por mi ex. Lo que pasa es que es
catalana y las catalanas estĂĄn locas, ¿sabes? Tengo un imĂĄn para las locas
—¿Y por quĂ© dices que estĂĄ loca?
—Por todo, en general. Ella sacaba fotos, pero no era
fotĂłgrafa. Se obsesionaba. Una vez, pasĂĄbamos por delante de la llama esa que
hay en el monumento a los caĂdos en 1714, la de la Plaça del Fossar de les
Moreres, y se pasĂł como media hora fotografiando la pared de la iglesia, de
espaldas a la llama. DecĂa que no habĂa visto nunca la sombra del fuego, como
la que, segĂșn decĂa ella, se reflejaba en esa pared.
—No estaba tan loca…
—Es algo muy catalĂĄn, tĂș no lo entenderĂas porque eres
argentina.
«Y tĂș francĂ©s, no te jode…» pensĂ©.
—Los catalanes ven sombras de cosas que realmente no la
tienen. Como el libro, “La Sombra del Viento”, ¿lo conoces?
Lo interrumpiĂł la camarera, preguntĂĄndonos que Ăbamos a
pedir.
—Unas olivas —dijo sin titubear.
No habĂa ni la menor sombra de la sospecha, este chico no
acabarĂa en mi cama. Ni en mi vida, ni en mi dĂa siguiente, ni en mis contactos
del mĂłvil. Normal que no viera sombras, tenĂa pocas luces.
**Microrrelato, participaciĂłn en el concurso de Escritura Creativa, organizado por @sketchandwrite.